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El retinoblastoma es una enfermedad en la que se forman células malignas (cancerosas) en los tejidos de la retina. Recordemos que la retina está hecha de tejido nervioso, el cual recubre la pared interior de la parte posterior del ojo. Esta recibe luz y la convierte en señales que viajan por el nervio óptico hasta el cerebro, que a su vez decodifica las señales para que puedas ver una imagen.

Aunque la afección puede ocurrir a cualquier edad, se presenta con mayor frecuencia en niños menores de 2 años. Por lo anterior, los niños con antecedentes familiares de retinoblastoma deben someterse a exámenes de la vista para detectarlo.

Cabe destacar que el retinoblastoma se presenta en formas hereditarias y no hereditarias. Un niño que padece retinoblastoma hereditario tiene un mayor riesgo de desarrollar lo que se conoce como retinoblastoma trilateral y otros tipos de cáncer.

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Las pruebas genéticas permiten determinar si un niño tiene la forma hereditaria o no hereditaria de retinoblastoma.

Los signos y síntomas para detectar la enfermedad incluyen «pupila blanca» y ojos que parecen estar mirando en diferentes direcciones (ojos cruzados).

Los médicos utilizan pruebas que examinan la retina para diagnosticar el retinoblastoma. Asimismo, existen ciertos factores que afectan el pronóstico (posibilidad de recuperación) y las opciones de tratamiento.

 

Fuente: National Cancer Institute