Una forma de cambiar nuestra reacción al estrés moderno es aprender a respirar con el vientre en lugar de hacerlo con el pecho. La respiración abdominal estimula el nervio vago, que va desde la cabeza hasta el cuello, cruzando a través del pecho y hasta el colon. Esto activa la respuesta de relajación, reduciendo la frecuencia cardíaca y la presión arterial y disminuyendo los niveles de estrés.
Si no estás familiarizado(a) con la respiración abdominal, prueba este ejercicio: siéntate en una silla, inclínate hacia adelante y coloca los codos sobre las rodillas. Después, respira naturalmente. Esta posición te obliga a respirar desde el vientre, lo que te permitirá experimentar la sensación.
Conoce más: 13 desencadenantes comunes y cotidianos del estrés
Asimismo, una estrategia para aprender a respirar con el vientre de manera consciente es practicar lo que los expertos llaman «la mini». Para ello, debes hacer lo siguiente: cada vez que te sientas estresado(a), solo respira profundamente con el vientre tres veces de manera lenta y controlada. Es un acto simple, pero esto interrumpe la respuesta de lucha o huida y la pone en pausa. Con el tiempo, la respiración abdominal puede amortiguar tu resistencia a la respuesta de lucha o huida, por lo que no serás tan sensible a los desencadenantes del estrés.
Para ayudarte a estar más consciente de tu patrón de respiración, coloca una mano sobre tu abdomen y la otra sobre tu pecho. La mano del pecho debe permanecer quieta y la mano del abdomen debe moverse hacia afuera como si estuvieras inflando un globo.
Es recomendable practicar la respiración abdominal a lo largo del día, como una vez cada hora o hasta 10 o 15 veces al día. A medida que se convierta en un hábito, podrás realizar automáticamente la respiración abdominal cada vez que te enfrentes a un evento estresante.
Fuente: Harvard Medical School