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En las personas que padecen nefropatía diabética, el daño a los riñones ejerce presión sobre estos órganos vitales y les impide funcionar correctamente.

Cuando esto pasa:

  1. El cuerpo comienza a perder proteínas a través de la orina.
  2. Los riñones no pueden eliminar los productos de desecho de la sangre.
  3. Los riñones no pueden mantener niveles saludables de líquidos en el cuerpo.

Cabe destacar que la nefropatía diabética se desarrolla lentamente. De acuerdo con un estudio, un tercio de las personas muestran niveles elevados de albúmina en la orina 15 años después de un diagnóstico de diabetes. Sin embargo, menos de la mitad de estas personas desarrollarán nefropatía completa.

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Las estadísticas han sugerido que la enfermedad renal es poco común en personas que han tenido diabetes durante menos de 10 años. Asimismo, si una persona no presenta signos clínicos de nefropatía entre 20 y 25 años después del inicio de la diabetes, tiene pocas posibilidades de desarrollarla a partir de entonces.

La nefropatía diabética es menos probable si una persona con diabetes controla sus niveles de glucosa de manera eficaz.

Los niveles altos de glucosa en sangre incrementan el riesgo de hipertensión arterial debido al daño a los vasos sanguíneos. Tener presión arterial elevada o hipertensión puede contribuir a la enfermedad renal.

 

Fuente: Medical News Today