Hasta el momento, la razón por la que se desarrollan quistes en el páncreas no se conoce. No obstante, parecen estar relacionados con el proceso de envejecimiento, pues se vuelven más comunes a medida que la gente envejece. La mayoría de los quistes pancreáticos son quistes inofensivos que nunca conducen a problemas de salud o requieren tratamiento. Sólo en casos raros, los quistes pancreáticos se vuelven cancerosos.

Tu páncreas es una glándula larga y plana en el abdomen superior detrás de tu estómago, que hace que las enzimas y las hormonas digieran los alimentos y procesen el azúcar. Es común que los sacos de líquido, llamados quistes, se formen en el páncreas, especialmente en los adultos mayores de 65 años. Dichos quistes normalmente no desencadenan ningún síntoma. En la mayoría de los casos, se encuentran durante los estudios de imagen, dígase pruebas de tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM) realizadas por otra razón.

Tipos de quistes

Existen tres tipos básicos de quistes pancreáticos: los que no son cancerosos y se mantienen así; los que se vuelven cancerosos con el tiempo; y los que tienen ya han desarrollado cáncer una vez detectados.

Aunque más del 99 por ciento de los quistes pancreáticos nunca se convertirá en cáncer, descubrir que se tiene uno genera mucha ansiedad. Saber que hay una protuberancia en el páncreas —incluso un quiste que es probablemente benigno— lleva a que muchas personas piensen automáticamente que tienen cáncer en dicho órgano, y que seguramente será difícil de tratar. Con esto en mente, es recomendable que si identificas un quiste pancreático acudas con un médico especializado en trastornos del páncreas, para que te evalúe adecuadamente.

Evaluación

La evaluación generalmente incluye una revisión de tu historial médico y de tus antecedentes familiares, un examen físico y una evaluación del tamaño, forma, estructura y ubicación del quiste. Los quistes pequeños tienen menos probabilidades de ser cáncer o de volverse cancerosos, en comparación con los grandes. Si tu proveedor de atención médica sospecha que un quiste podría ser problemático, él o ella puede recomendar TC o RM adicionales.

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Cuando un quiste es grande, resulta bastante útil concretar un examen de imagen denominado ultrasonido endoscópico. Este consiste en pasar un pequeño tubo flexible, llamado endoscopio, a través de la boca hasta el estómago y el intestino delgado. El endoscopio está equipado con una sonda de ultrasonido en la punta, que le permite al médico observar una imagen de tu páncreas en una pantalla. En ciertas situaciones, un ultrasonido endoscópico puede realizarse junto con otro procedimiento llamado aspiración con aguja fina, que toma muestras de tejido y fluido del quiste. Después, estas muestras se examinan en un laboratorio para comprobar si contienen cáncer.

¿Qué debo hacer?

Debido a que los quistes pancreáticos rara vez conducen a cáncer, el enfoque recomendado la mayor parte del tiempo es el monitoreo minucioso. Se le debe dar un seguimiento regular a la imagen para controlar el quiste. Si crece o cambia de otras maneras, puede ser necesario drenar el líquido del quiste o removerlo completamente.

Rara vez, un quiste puede conducir a pancreatitis —inflamación del páncreas—. Cuando esto sucede, se suele recurrir a la medicación y a otros tratamientos para tratar la afección con éxito.

Si te enteras de que tienes un quiste pancreático, el mejor curso de acción es consultar con un experto que esté familiarizado con estos quistes. Una evaluación minuciosa seguida de un monitoreo regular es todo lo que se necesita para la mayoría de los quistes pancreáticos.

 

Vía: Clínica Mayo