Los hábitos alimenticios son las conductas repetidas que determinan lo que comemos, cómo lo comemos y en qué cantidad. Estos hábitos influyen directamente en la salud, la energía diaria, el estado de ánimo y el riesgo de padecer enfermedades crónicas.

Conocer cómo se forman permite entender por qué a veces es difícil cambiar la forma en que nos alimentamos, y cómo lograrlo de manera sostenible.

¿Qué es un hábito alimenticio?

Un hábito alimenticio es una acción que se repite con frecuencia hasta hacerse automática. Incluye decisiones diarias como elegir ciertos alimentos, horarios de comida, tamaño de las porciones y patrones de consumo, como comer frente a una pantalla o saltarse el desayuno. Estas costumbres pueden ser saludables o perjudiciales, dependiendo de su impacto en el bienestar general.

¿Cómo se forman los hábitos alimenticios?

Los hábitos alimenticios se construyen a lo largo del tiempo, generalmente por:

  • Aprendizaje familiar y cultural: Desde la infancia, se imitan los comportamientos alimentarios de padres o cuidadores, y se adoptan tradiciones propias del entorno.
  • Disponibilidad de alimentos: Lo que hay en casa o lo que se consume en la escuela, trabajo o comunidad también influye.
  • Recompensa emocional: Comer puede asociarse a placer, consuelo o alivio del estrés, lo cual refuerza ciertos patrones.
  • Repetición y conveniencia: Cuanto más se repite una conducta alimentaria (como comer comida rápida por falta de tiempo), más difícil es modificarla.

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¿Se pueden cambiar?

Sí. Aunque modificar hábitos lleva tiempo, con pequeños cambios constantes y conscientes es posible crear una nueva relación con la comida. Planear mejor los tiempos de comida, incluir más alimentos naturales y reconocer los desencadenantes del hambre no física son pasos clave.

Los hábitos alimenticios no se heredan, se construyen. Y la buena noticia es que siempre estás a tiempo de cambiarlos. Adoptar conductas alimentarias más equilibradas no solo mejora tu salud física, también fortalece tu bienestar emocional y calidad de vida.

 

Fuente: Organización Panamericana de la Salud