Como su nombre lo indica, una dieta baja en proteínas consiste en evitar las fuentes de proteínas. La proteína es un macronutriente esencial que el cuerpo requiere para realizar muchas funciones vitales. Los expertos recomiendan que entre el 10% y el 35% de las calorías diarias provengan de proteínas. Una dieta baja en proteínas restringe la ingesta de estas a menos de dicha cantidad.
Una dieta baja en proteínas puede ofrecer mejores resultados de salud, pero la mayoría de los beneficios se aplican a personas con afecciones médicas específicas. Por ejemplo, restringir las proteínas puede reducir la carga sobre los riñones y el hígado, lo que puede ser útil si se padece disfunción renal o enfermedad hepática. Las personas con ciertos trastornos genéticos que afectan el metabolismo proteico también pueden beneficiarse de una dieta baja en proteínas.
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Algunas investigaciones sugieren que este tipo de dieta puede beneficiar a la población general. Una revisión dio a conocer que la restricción de proteínas reduce el riesgo de cáncer, diabetes y enfermedades cardíacas en personas de mediana edad.
Asimismo, la investigación en animales muestra que una dieta baja en proteínas puede ayudar a proteger el cerebro y a reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
Fuente: Very Well Health







