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Mediante un informe publicado en la revista Morbidity and Mortality Weekly Report, investigadores de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) dieron a conocer que las medidas de distanciamiento social implementadas desde la primavera pasada mantuvieron a raya a otros virus distintos al SARS-CoV-2, como por ejemplo, al de la gripe. Esto porque observaron tasas bajas de influenza nunca antes vistas a medida que los casos se desplomaban durante los primeros meses de la pandemia de coronavirus.

La temporada de influenza 2019-2020 terminó semanas antes de lo habitual este año, y las infecciones de este tipo disminuyeron drásticamente dentro de las dos semanas posteriores a la declaración de emergencia por COVID-19 el 1 de marzo, encontró el nuevo estudio.

La actividad de la influenza en Estados Unidos se desplomó, pasando de un 30% de las muestras que dieron positivo para influenza a principios de febrero a solo un 2% durante la semana del 22 de marzo, dijeron los investigadores.

En contraste, las temporadas de gripe previas en dicho país se extendieron hasta abril e incluso mayo, reveló la investigación.

«Debido a que la influenza y la COVID-19 se transmiten de manera similar, se espera que la mitigación comunitaria para la primera tenga un impacto en la segunda», indicó el doctor Amesh Adalja, investigador principal del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, en Baltimore. «Esto se demuestra claramente en los datos de la temporada anterior de gripe, así como en la temporada de gripe que actualmente experimenta el hemisferio sur».

Según los autores, los casos de influenza también se han mantenido inusualmente bajos durante el verano. En promedio, solo el 0.2% de las muestras han dado positivo para influenza, en comparación con el 1%-2% en años anteriores.

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Tales cifras deberían calmar a los expertos en salud pública preocupados por un posible brote «gemelo» de COVID-19 e influenza que pudiera invadir los hospitales este otoño e invierno, apuntó Adalja. Si la mayoría de las personas emplean tácticas para prevenir la infección por COVID-19, probablemente también se mantengan a salvo de la gripe estacional.

Según datos de los países en el hemisferio sur que ingresan a sus temporadas de influenza antes que Estados Unidos, las medidas de prevención contra la COVID-19 podrían, de hecho, frenar la próxima temporada 2020-2021 en el país norteamericano.

Australia, Chile y Sudáfrica mostraron una actividad increíblemente baja respecto a la influenza entre junio y agosto, los meses que constituyen su temporada de influenza típica:

  • Solo 33 muestras de más de 60,000 dieron positivo para gripe en Australia durante ese período.
  • Solo 12 de más de 21,000 muestras dieron positivo a la influenza en Chile.
  • Solo seis de las casi 2,100 muestras sudafricanas dieron positivo para gripe.

De acuerdo con el doctor Eric Cioe-Pena, director de salud global de Northwell Health, en New Hyde Park, Nueva York, «los datos del hemisferio sur son increíblemente convincentes y dan cuenta de que estamos recibiendo un beneficio cruzado al reducirse el número de casos de gripe, al mismo tiempo que ‘están previniendo las infecciones por COVID-19′».

Para reducir todavía más las infecciones por influenza, la mayor cantidad posible de personas también debería recibir la vacuna contra la gripe este año, aconsejó Cioe-Pena.

«Creo que la gente pierde de vista el hecho de que tenemos una vacuna contra la gripe. Este año, aplicarse dicha vacuna y seguir rigurosamente las medidas de distanciamiento social para combatir la COVID podría acabar con la epidemia de gripe, lo que sería un regalo increíble que la sociedad otorgaría a los trabajadores de la salud y al personal de primera respuesta. Si nuestras cifras sobre influenza no aumentan como suelen hacerlo durante una temporada de gripe, nos dará mucho más tiempo para concentrarnos en la COVID-19″.

 

Vía: Health Day News