Hacer ejercicio mientras envejeces es como darle un regalo a tu cuerpo: te mantiene fuerte, ágil y lleno de energía. La actividad física fortalece tus músculos y huesos, lo que ayuda a prevenir problemas como la osteoporosis o las caídas. Incluso caminar 15 minutos al día puede hacer una gran diferencia en cómo te sientes.
El ejercicio también cuida tu corazón, mejora la circulación y reduce el riesgo de enfermedades cardiacas. Además, cuando te mueves, tu cuerpo libera endorfinas, que son como un “chute” natural de felicidad que te levanta el ánimo. Esto es especialmente importante a medida que envejeces, porque te ayuda a mantener una mente positiva.
Estar activo te permite seguir haciendo tus actividades diarias, como ir de compras o jugar con tus nietos, sin depender tanto de otros. Nunca es tarde para empezar: ejercicios suaves como nadar, hacer yoga o caminar son perfectos para cualquier edad.