La relación médico-paciente es pilar fundamental de todo acto médico, sin embargo, muchas veces el enfoque actual de los sistemas de prestación de salud en el mundo  buscan productividad y han cambiado el término paciente por el de usuario.

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Las enfermedades crónicas como la diabetes, la obesidad y la hipertensión arterial, entre otras, requieren de tratamientos prolongados.  Por ello, el establecimiento de un vínculo básico se  convierte en el pilar fundamental de toda acción terapéutica.

Un ejercicio recomendable cuando se comienzan  tratamientos de largo aliento, es la honestidad desde el comienzo. Hablar con el doctor sobre la inseguridad que se tiene y consultarle al profesional sus opiniones es muy recomendado, llegando incluso a entablar conversaciones fuera de lo estrictamente médico.

Un comienzo abierto en la  relación médico-paciente, ayuda a derribar barreras, temores y prejuicios, no sólo en torno a la enfermedad, sino también al  concepto que el enfermo tiene de su médico, especialmente cuando se trata de personas de diferente nacionalidad.

La construcción de la confianza
La comunicación verbal no es el único mecanismo de la relación médico-paciente, la actitud, expresión y sus movimientos corporales forman parte de la comunicación no verbal.

El enfermo tiene derecho a un trato digno y amable, a que se le explique su enfermedad, a la protección delicada de su intimidad corporal y personal, especialmente en el curso de las exploraciones o cuando no sea capaz de cuidar de sí mismo; también tiene derecho a decidir qué se ha de trasmitir a sus familiares y allegados.

El paciente debe saber que tiene algunos pasos que puede seguir para aprovechar mejor la visita a su médico:

  • Haga una lista con sus dudas, cualquier alergia y todas las medicinas, hierbas o vitaminas que toma, etc.
  • Escriba una descripción de los síntomas: cuándo comenzaron, qué los mejora, etc.
  • Lleve una libreta o una grabadora
  • Pídale a un amigo de confianza o un familiar que lo acompañe