sueno-relojInvestigadores de los Estados Unidos encontraron en un experimento realizado en ratones que cuando se alteraron los patrones de sueño se desarrollaron tumores más grandes y agresivos. Para el estudio, publicado en la revista de Investigación del Cáncer (Cancer Research), se utilizaron dos grupos de ratones bajo el mismo tratamiento de inducción de cáncer, a uno de ellos se le permitió dormir normalmente y al otro se le alteraron los patrones de sueño.

La investigación también encontró que el sistema inmune de los ratones con alteraciones del sueño fue menos efectivo al combatir el cáncer en sus etapas tempranas.

El director del estudio, profesor David Gozal señal que “no es el tumor, es el sistema inmune. El descanso fragmentado cambia la forma en la que el sistema inmune maneja el cáncer, haciendo que la enfermedad sea más agresiva”. En este sentido, agregó, “afortunadamente, nuestro estudio también apunta a un objetivo potencial para los medicamentos”. Lo anterior, al describir cómo es que su equipo encontró el mensajero biológico –la proteína TLR4– ayuda en la activación del sistema inmune innato.

Este mensajero, dijo, parece actuar como eje entre la pérdida del sueño y el avance del cáncer, el efecto del sueño fragmentado en el que se enfocaron “no fueron vistas en ratones que carecían de esta proteína”.

Los investigadores creen que su estudio, que se realizó con fondos del Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos, es el primero en mostrar en un modelo animal cómo el sueño fragmentado impacta directamente sobre el crecimiento de los tumores y su agresividad.

El estudio se produjo porque las investigaciones que vinculan la apnea del sueño y de la muerte por cáncer llamaron la atención del Prof. Gozal, una autoridad en las consecuencias de la apnea del sueño y su característica fundamental, la interrupción del sueño.

Con anterioridad, en el año 2012, investigadores reportaron dos estudios que encontraron un fuerte vínculo entre la apnea del sueño y la mortalidad por cáncer. Debido a este experimento, Gozal y sus colegas de la Universidad de Chicago y Louisville, realizaron una serie de experimentos utilizando ratones de laboratorio para observar esto de manera más cercana.

Durante el día, cuando el pequeño grupo de ratones estaba durmiendo normalmente en sus jaulas, un cepillo silencioso con motor pasaba a través de la mitad de las jaulas, obligando a los ratones a despertar y luego volvían a dormir. El resto de los ratones fue dejado descansar sin interrupciones.

Después de una semana, los ratones recibieron inyecciones de tumores cancerosos que hicieron que todos ellos desarrollaran tumores. Cuatro semanas después los investigadores evaluaron a los ratones. Lo que encontraron fue que los ratones que sufrieron de interrupciones en el sueño habían desarrollado tumores del doble del tamaño que aquellos que durmieron de manera normal.

En un siguiente experimento las células de tumor fueron implantadas en los músculos del muslo de los ratones, lo cual normalmente restringe el crecimiento del cáncer. En los ratones con el sueño interrumpido los tumores fueron más agresivos e invadieron el tejido circundante.

El profesor Gozal explica que, usualmente en los músculos, los tumores quedan encerrados en una cápsula de tejido, como una cicatriz: se convierten en “pequeñas esferas” con una clara separación entre tejido normal y tejido canceroso. A pesar de esto en los ratones que sufrieron de interrupción del sueño los tumores atravesaron la cápsula y se extendieron por el músculo y el hueso.

Cuándo los investigadores observaron el mecanismo molecular subyacente, se encontraron con que las diferencias entre los dos grupos parecían haber sido causadas por células inmunes llamadas macrófagos asociados a tumores o TAM.

Estos TAM trabajan de dos formas, dependiendo de las señales que reciban. Una forma es que eliminan las células cancerosas, mientras que la otra provoca que ayuden en el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos para el tumor.

El equipo de investigadores encontraron que los ratones bien descansados tenían mayoritariamente macrófagos asociados a tumores trabajando para eliminar las células cancerosas. En los ratones con interrupción del sueño, que se encontraban todas en la parte externa del tumor, estaban promoviendo el crecimiento de vasos sanguíneos para llevar suministro de sangre que ayudara al crecimiento del tumor.

Se encontró que los ratones que habían sufrido alteraciones en su sueño, mostraron altos niveles de la proteína TLR4. Esta proteína parece que trabaja en conjunto con otras dos, la MYD88 y la TRIF, en los ratones que no durmieron de manera adecuada para hacer que las TAM trabajen a favor del crecimiento del tumor.

Como parte final del experimento, los investigadores inhibieron una de estas proteínas en los ratones. Entonces encontraron que los tumores crecieron un poco menos rápido en los ratones con alteraciones de sueño que no tenían proteína MYD88 o TRIF. Pero en los ratones con el sueño interrumpido que carecen TLR4, los tumores no crecieron más rápido que en los ratones bien descansados.

Parece ser que el TLR4 es el mayor culpable del crecimiento del tumor, explica Gozal. “Cuando inyectamos células de tumor en los ratones que carecían de TLR4, las diferencias entre ratones con sueño interrumpido y con sueño normal desaparecieron”, dijo.

El especialista piensa que estos descubrimientos ofrecen una explicación biológica de los vínculos observados entre sueño interrumpido y cáncer. El mensaje que hay que tomar, señala, es que se debe “cuidar la calidad y la cantidad del sueño tal como se preocupa uno por su cuenta bancaria”.

Vía: Medical New Today