3_fumadoras_adolesc_colesterolLas adolescentes que están expuestas al “humo de segunda mano” en casa u otros lugares pueden reducir sus niveles de colesterol “bueno”, sustancia que reduce el riesgo de enfermedades cardiacas. Así lo asegura un estudio de la Universidad de Australia Occidental.

Al fumar un cigarrillo, aproximadamente el 15% de este humo es inhalado por quien lo consume. El 85% restante se queda en el aire, para luego entrar en los pulmones de cualquier otra persona que esté en ese entorno. Se estima que un individuo que no fuma y que esté durante dos horas en una habitación donde alguien sí lo hace, inhalará el equivalente a cuatro cigarrillos.

¿Cómo se realizó el estudio?

En el estudio participaron 1.000 hombres y mujeres de 17 años de edad en Australia, donde los adolescentes fueron sometidos a pruebas de sangre para verificar sus niveles de colesterol “bueno”, que tiene el nombre científico de lipoproteína de alta densidad (HDL). Esta lipoproteína favorece al organismo, limpiando el exceso de colesterol de la sangre.

El doctor Chi Le-Ha, de la Universidad de Australia Occidental y autor principal de la iniciativa, señala que en el estudio se detectó que las adolescentes que crecieron siendo fumadoras pasivas tenían más riesgo de poseer bajos niveles de HDL.

Asimismo, Le-Ha agregó que este humo de segunda mano no tuvo los mismos efectos en los varones de la misma edad, por lo que ser fumador pasivo podría ser más nocivo para la salud en las mujeres. Considerando que las afecciones cardiovasculares son la causa fundamental de muerte de mujeres en el mundo occidental, esta situación provoca una severa alerta.

Fumadoras pasivas embarazadas

Si una mujer está embarazada y no es fumadora, pero frecuenta ambientes donde existe un constante humo de cigarrillo, expone a su feto a las mismas sustancias químicas a las que corre riesgo el feto de una embarazada que consume tabaco. Anteriormente, se pensaba que el feto no peligraba ante el humo de cigarrillos fumados por terceras personas. Sin embargo, investigaciones recientes aseguran que las consecuencias del humo de segunda y primera mano son los mismos.

Un estudio realizado por la Universidad de Loisville, Estados Unidos, revisó muestras de sangre de 410 recientes madres y las de sus bebés recién nacidos. El objetivo era encontrar cancerígenos presentes en el tabaco, que afectan la hemoglobina de los glóbulos rojos.

Se verificó que los niveles de estos químicos eran de cuatro a cinco veces mayor en los lactantes de madres que inhalaron humo de segunda mano, que los de bebés no expuestos a ningún tipo de humo durante el embarazo.