wakame-iInvestigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México descubrieron que el yodo en combinación con tratamientos tradicionales de quimioterapia detiene la expansión de tumores de cáncer de mama y próstata. Incluso comprobaron que en algunos casos los tumores no solamente dejan de crecer, sino que se reducen.

La doctora Carmen Aceves Velasco, investigadora del Laboratorio de Metabolismo Energético del Instituto de Neurobiología de la UNAM, aseguró que inició la investigación sobre estos padecimientos al preguntarse hace más de trece años por qué los japoneses, y en general los orientales, presentan menos incidencia en cáncer que los occidentales.

Esta investigación, realizada en ratas de laboratorio, tumores que fueron donados por las personas a quienes les fueron extraídos e incluso en mujeres que se encuentran bajo tratamiento convencional de quimioterapia, ha resultado en la obtención de una patente nacional y otra internacional.

Si los resultados se confirman en el resto de las etapas del trabajo científico, los especialistas confirmaron que en unos años se podría desarrollar un fármaco con base en yodo que evite el crecimiento de esos tumores.

En condiciones naturales el yodo molecular se encuentra en las algas marinas frescas como las wakame y kelp, y resulta no ser dañino hasta ciertos límites, pero si se consume en exceso esta sustancia puede tener efectos adversos en la glándula tiroides, por ello el uso para los casos de cáncer debe ser supervisado.

Los científicos que encabezan este proyecto aseguran que hay evidencia científica de que las poblaciones asiáticas presentan de tres a seis veces menos incidencias patológicas en mama y próstata que las poblaciones occidentales, debido a que consumen 25 veces más yodo.

En los primeros resultados, se encontró que el yodo en las ratas retrasó la aparición de tumores de mama, “detectamos que sólo el 30 por ciento de estos animales presentaba tumores y estos se quedaban pequeñitos; de modo que vimos que el yodo estaba actuando en contra del cancerígeno” aseguró la doctora Carmen Aceves.

También se realizaron estudios clínicos en el hospital general de Querétaro en un grupo compuesto por 80 mujeres que padecen cáncer de mama y que se encontraban bajo tratamiento de quimioterapia con doxorubicina, un compuesto que genera efectos secundarios como náuseas, caída de cabello, vómito y diarrea. De este grupo, a cuarenta se les suministró el yodo molecular en combinación con quimioterapia tradicional y se descubrió que en estas pacientes hubo una mayor disminución tumoral y menores efectos adversos por el medicamento, mientras que a las cuarenta mujeres que no se les dió yodo tuvieron una menor disminución tumoral y mayores efectos secundarios.

En el caso del cáncer de próstata, la investigación ha detectado que el uso del yodo detiene la hiperplasia prostática, con lo cual en un año podrían lograr que este elemento químico pueda cuidar a los hombres mayores de 50 años.

La investigadora recomendó a la población en general no incrementar la dieta en yodo, sino que se deben esperar los avances en las investigaciones hasta que se consiga un medicamento con el que se alcancen estos beneficios.

Vía: UNAM