A medida que se acerca el final del embarazo, el cuello uterino normalmente se ablanda y comienza a abrirse (dilatarse) y adelgazarse, preparándose para el trabajo de parto y el alumbramiento. Cuando el trabajo de parto no comienza de forma natural por sí solo y el parto vaginal debe ocurrir pronto, dicho trabajo puede iniciarse artificialmente (parto inducido).

Si bien la inducción del parto es una práctica bastante común, las y los especialistas en esta área animan a las mujeres a aprender sobre esto y sobre el medicamento para estimular un trabajo de parto, a fin de que las mujeres puedan decidir qué es lo mejor para ellas.

Cuando se induce el trabajo de parto por razones médicas, generalmente se debe a que es más seguro para la mujer tener el bebé en ese momento, en lugar de correr el riesgo de tener más problemas al continuar el embarazo durante más tiempo.

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Tu trabajo de parto puede ser inducido por una de las siguientes razones:

  1. Tu embarazo ha superado la fecha estimada de parto por 1 a 2 semanas.
  2. Tienes una afección (como presión arterial alta, desprendimiento de placenta, infección, enfermedad pulmonar, preeclampsia o diabetes) que puede poner en peligro tu salud o la de tu bebé si el embarazo continúa.
  3. Tu bolsa de agua (saco amniótico) se ha roto pero las contracciones activas del trabajo de parto no han comenzado.
  4. Tu bebé tiene una condición que requiere tratamiento y los riesgos del parto vaginal son bajos. La inducción y el parto vaginal no se intentan si el bebé puede sufrir daños o se encuentra en peligro inmediato. En tales casos, generalmente se realiza un parto por cesárea.

 

Fuente: Michigan Medicine – University of Michigan Health