El ozono es un gas que puede ser tanto bueno como malo, dependiendo de dónde se encuentre. En el caso específico del ozono «bueno», este se encuentra naturalmente entre 16 y 48 km sobre la superficie de la Tierra, y nos protege de los rayos ultravioleta del sol. Desafortunadamente, parte de la capa de ozono buena se ha ido, ya que los productos químicos fabricados por el hombre la han destruido. Sin suficiente ozono bueno, las personas pueden recibir demasiada radiación ultravioleta, lo que puede aumentar el riesgo de cáncer de piel, cataratas y problemas del sistema inmunitario.

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Por otra parte, el ozono «malo» se encuentra a nivel del suelo. Este se forma cuando los contaminantes de los automóviles, fábricas y otras fuentes reaccionan químicamente con la luz solar. Cabe destacar que es el ingrediente principal del smog y suele ser peor durante el verano. Respirar ozono malo puede ser bastante dañino para la salud. Puede causar tos, irritación de garganta, empeoramiento del asma, bronquitis y enfisema. Asimismo, puede provocar daño pulmonar permanente si te expones regularmente a él.

Si deseas saber más sobre los efectos del ozono en el organismo, consulta a tu médico.

 

Fuente: U.S. National Library of Medicine