Los volcanes son respiraderos en la corteza terrestre. La roca caliente, el vapor, los gases venenosos y las cenizas llegan a la superficie de la Tierra cuando un volcán comienza a hacer erupción. Las erupciones volcánicas también pueden causar terremotos, corrientes de lodo e inundaciones repentinas, así como desprendimientos de rocas y deslizamientos de tierra, lluvia ácida, incendios e incluso tsunamis.

El gas y las cenizas de las erupciones volcánicas pueden dañar los pulmones de los bebés pequeños, de los adultos mayores y de las personas con enfermedades respiratorias graves. La ceniza volcánica puede afectar a personas a cientos de kilómetros de distancia de la erupción.

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Aunque no se puede garantizar la seguridad de las personas durante una erupción volcánica, particularmente de aquellas que viven a los pies o muy cerca del volcán, es posible tomar medidas para que se protejan.

Si tú eres una de estas personas, es importante que tengas un plan para casos de desastre, ya que estar preparado(a) puede ayudar a reducir el miedo, la ansiedad y las pérdidas, tanto en ti mismo(a) como en tus seres queridos. Si experimentas una erupción volcánica, es normal que sientas estrés, pero recuerda mantener la calma en la medida de lo posible, apegarte a tu plan y seguir todas las indicaciones de las autoridades y expertos para evacuar o acudir a refugios si es necesario, así como para evitar accidentes y problemas de salud por dicho fenómeno geológico. Asimismo, es posible que tú y/o tus seres queridos necesiten ayuda para encontrar formas de afrontar esta cuestión.

 

Fuente: U.S. National Library of Medicine