i-vivir-diabetesDe acuerdo con el estudio Diabetes, una forma de vivir, es necesario cambiar la concepción que los profesionales de la salud (PS) tienen sobre los términos enfermedad y padecimiento y, de esta forma, que logren concebir a quienes acuden por sus servicios como personas y no como simples pacientes.

Según la Asociación Americana de Diabetes (ADA), cuando menos en Latinoamérica, esta enfermedad debería estar controlada, pues se tiene lo necesario para lograrlo. No obstante, la diabetes se ubica como la primera causa de muerte del país, por lo que surgen dudas sobre la eficacia de la atención institucional de la enfermedad.

En este sentido, el modelo institucional de atención a la diabetes ha puesto en marcha estrategias como la adherencia terapéutica para lograr controlar la enfermedad; pero, pese a que en teoría esta alternativa debería permitir que las personas jueguen un papel activo en cuanto al tratamiento prescrito, estas estrategias no han satisfecho las expectativas.

Y es que en la práctica cotidiana siguen siendo tratadas como pacientes que dependen totalmente de lo que el PS haga por ellos, y en una enfermedad como la diabetes, no darles importancia complica lograr el control de su glucosa, pues, paradójicamente, en el momento de diseñar el tratamiento que ha de seguir una persona, a ella es a la única que no se toma en cuenta, lo cual dificulta la probabilidad de que el tratamiento sea efectivo.

Por ello, es imperioso realizar un cambio de paradigma, pasar de los medicamentos como eje de control a la modificación de los estilos de vida. En dicho nuevo paradigma al enfermo se le deberá concebir como persona en lugar de paciente y la enfermedad tendrá que ser reconocida como padecimiento.

Los PS deben darse cuenta que los problemas de salud no consisten únicamente en la existencia de una enfermedad determinada con los síntomas propios, comprenden también la manera como las personas experimentan estos síntomas debido a sus propias características de orden cultural y social, entre otros.

Así, en el estudio se muestra cómo las personas de Ixhuatlancillo, Veracruz, viven, piensan, perciben, interpretan y responden a esta enfermedad, el impacto que ha generado en su vida diaria y el significado que dan a la misma.

En la investigación participaron seis personas indígenas nahuas, tres varones y tres mujeres, con diabetes tipo 2, sin patologías agregadas, mayores de 25 años de edad y por lo menos con un año de habérseles diagnosticado la enfermedad. Durante 12 visitas al área de estudio se hicieron entrevistas y se llevaron distintos registros a través de los cuales se trató de determinar cómo se vive la diabetes en esta comunidad.

El análisis arrojó, por ejemplo, que si bien es innegable que los beneficios generados por el modelo biomédico de atención a la diabetes, las estadísticas de morbi-mortalidad demuestran que no han cubierto las expectativas con las que fueron creadas.

Una de las posibles causas es que, dentro de este modelo de atención, se tratan de aliviar enfermedades sin tomar en cuenta lo que éstas generan en la persona enferma, es decir, se soslaya el padecimiento, y en el momento en que una persona acude por los servicios de un PS es tratada como un paciente que no juega un papel importante en su tratamiento.

Y es que cuando el PS diseña el tratamiento que ha de llevar una persona con diabetes, como lo observado en Ixhuatlancillo, sin tomar en cuenta las condiciones sociales, culturales y económicas de esta comunidad, genera que dicho tratamiento sea llevado de manera inadecuada.

Al no ser tomada en cuenta, se está soslayando una parte fundamental, pues la persona con esta enfermedad es quien decide, entre otras cosas, modificar o no su alimentación, realizar o no ejercicio físico y tomar o no los medicamentos.

Son muchas las causas por las que una persona con diabetes decide seguir o no el tratamiento, entre ellas se encuentran sus creencias acerca de la enfermedad, los medicamentos y el PS; aunado a esto, el que la base del tratamiento implique modificaciones en el estilo de vida genera que busquen alternativas de atención donde eso no suceda, pues cambiar la forma de vivir sólo por prescripción resulta casi imposible.

Al considerar esto dentro del tratamiento para el control de la diabetes, podrá dejarse de tratar al enfermo como un ente pasivo para asistirlo como una persona, lo cual favorecerá personalizar el tratamiento conforme a las demandas y necesidades de cada enfermo y con ello, incrementar la probabilidad de que el tratamiento logre su propósito: regular los niveles de glucosa en sangre.

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Vía: www.academica.mx