La diabetes tipo 2 es una enfermedad en la que tu cuerpo tiene dificultad para responder a su propia producción de insulina [resistencia a la insulina]. Para tratar de superar dicha resistencia, tu páncreas producirá más de esta hormona y, cuando ya no pueda mantener el ritmo, tu nivel de glucosa en sangre aumentará.

La glucosa es una forma de azúcar y actúa como una fuente de energía que nuestro cuerpo requiere, la cual obtenemos a través de los alimentos que ingerimos. En las personas con diabetes, los niveles elevados de glucosa pueden afectar a otros órganos. Las complicaciones más comunes de la diabetes no controlada incluyen enfermedades cardíacas, daño a los nervios o neuropatía periférica, retinopatía diabética (que puede provocar ceguera) y enfermedad renal crónica, que puede provocar insuficiencia renal o diálisis.

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Para las personas que no tienen diabetes, los niveles de glucosa generalmente se mantienen estables. Una persona que no padece esta enfermedad no debería experimentar un pico de azúcar después de tomar un refresco o un trozo de pastel. Esto se debe a que su páncreas funciona normalmente y puede manejarlo de manera efectiva.

La mayoría de los medicamentos para la diabetes actúan tratando de mantener los niveles de glucosa en la sangre dentro de rangos específicos. En la diabetes tipo 1 (en la que el páncreas no produce insulina en absoluto), debido a que el defecto se encuentra en la producción de insulina, los pacientes deben ser tratados justo con insulina. Los pacientes con diabetes tipo 2, que se presenta debido a la resistencia a la insulina, tienen varias opciones de tratamiento, ya que la mayoría de ellos todavía produce insulina. Generalmente comienzan con medicamentos orales antes de que se les administre insulina.

 

Fuente: Hackensack Meridian Health