El cáncer de ojo -u ocular- es un tipo de cáncer poco común. Ocurre cuando un tumor maligno se inicia y se desarrolla en el ojo.

Se determina que un tumor es maligno cuando está compuesto por un grupo de células cancerosas (células atípicas que crecen rápidamente y sin control), que pueden propagarse hacia otras partes del cuerpo o invadir y destruir tejidos.

El cáncer de ojo puede afectar las partes externas del órgano, como los párpados, que están formados por músculos, piel y nervios.

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Los tipos más comunes en adultos son el melanoma y el linfoma. En los niños, el más común es el retinoblastoma, que comienza en las células de la retina. Su tratamiento varía según el tipo y el estado en el que se encuentra.

Melanoma ocular

Es el tipo más común de cáncer ocular. Se desarrolla en las células encargadas de producir el pigmento que da color a la piel, el cabello y los ojos. A pesar de que es el tipo más común de cáncer ocular en adultos, es raro.

También es conocido también como melanoma uveal, ya que la mayoría de las veces se desarrolla en la parte del globo ocular llamada úvea.

Linfoma intraocular primario

Se trata de un tipo de cáncer que compromete las células blancas de la sangre -llamadas linfocitos-, las cuales se localizan en todo el cuerpo. Los linfomas pueden comenzar en órganos como los pulmones, el estómago y, rara vez, los ojos.

La mayoría de las personas que desarrollan linfoma intraocular primario cuentan con edad avanzada o padecen una enfermedad del sistema inmunológico.

Retinoblastoma

Este tipo de cáncer ocular afecta principalmente a los niños pequeños. Es causado por una mutación genética y comienza en la retina, cuando las células nerviosas de la retina comienzan a crecer y a multiplicarse, generalmente propagándose en el ojo y posiblemente hacia otras partes del cuerpo.

Signos y síntomas

En el caso del melanoma ocular y el linfoma intraocular, estos tipos de cáncer pueden no mostrar ningún síntoma. Cuando los signos se presentan pueden incluir:

-Mancha oscura en el iris.

-Visión borrosa.

-Sensación de centelleos de luz.

-Cambio en la forma de la pupila y/o pérdida de la visión en el ojo afectado.

La mayoría de los melanomas se detectan durante un examen ocular de rutina. Por ello es importante acudir al oftalmólogo con frecuencia, al menos una vez al año.

En el caso de la retinoblastoma, algunos indicios de su posible presencia incluyen:

-Los ojos parecen estar mirando en direcciones diferentes.

-Enrojecimiento del ojo.

-Inflamación del ojo.

 

Vía: Academia Americana de Oftalmología