La radioterapia involucra el uso de radiación para matar las células cancerosas y reducir el tamaño de los tumores. Puede ser un tratamiento primario, pero también funciona bien con otros enfoques, como la cirugía.

La radioterapia daña el ADN de las células cancerosas de modo que ya no pueden repararse a sí mismas. Dichas células dañadas dejan de dividirse y finalmente mueren, momento en el que el cuerpo las descompone y las elimina.

Existen dos tipos de radioterapia. La primera, la radioterapia de haz externo, es un tratamiento local, lo que significa que se dirige a una parte específica del cuerpo.

Su administración implica el uso de una máquina grande para enviar radiación desde varias direcciones hacia el área objetivo.

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El segundo tipo, la radioterapia de haz interno, consiste en implantar una fuente de radiación dentro del cuerpo cerca del tumor. Este tipo afecta un área más pequeña del cuerpo que la radioterapia externa.

Los implantes pueden ser permanentes o temporales. Los implantes temporales sueñen retirarse después de unos minutos o días, y la persona se considera radiactiva hasta su extracción. Los implantes permanentes dejan de emitir radiación gradualmente con el tiempo.

La radioterapia posee varias ventajas, entre las cuales se encuentran las siguientes:

  1. Causa únicamente dolor moderado.
  2. Implica una pérdida de cabello mínima o nula.
  3. Mata eficazmente una gran cantidad de células cancerosas en un tumor.
  4. Es relativamente segura porque se dirige específicamente al tumor.
  5. Ocasiona un daño mínimo a los órganos cercanos al tumor.

No obstante, es importante señalar que la intensidad del dolor varía de persona a persona. Además, el riesgo de daño a los órganos depende de la ubicación del tumor.

 

Fuente: Medical News Today