En una visita de atención médica de rutina, el/la doctor/a de tu hijo(a) debería poder hallar los primeros síntomas del autismo antes de que el/la menor cumpla los 2 años.

Ella o él te harán preguntas sobre ciertos acontecimientos en la vida de tu niño(a), como sonreír por primera vez, gatear y emitir sonidos, para verificar su desarrollo. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) tienen una lista de acontecimientos clave para diferentes edades.

El diagnóstico temprano puede ayudar a los niños y sus familias a acceder a apoyo y comprender mejor ciertos comportamientos.

En algunos casos, los síntomas pueden ser menos obvios y es posible que un médico no pueda diagnosticar el autismo en un niño pequeño.

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Los niños mayores pueden tener una remisión para la prueba de trastornos del espectro autista (TEA). La evaluación suele consistir en una serie de pruebas simples para evaluar el habla, el aprendizaje y el comportamiento de un niño. A esto le puede seguir una cita con un profesional especialista en autismo.

Un niño puede mostrar uno o más síntomas asociados con un TEA pero no tener autismo. Por ejemplo, evitar el contacto visual y apegarse a las rutinas son rasgos de personalidad comunes de los TEA.

Los niños con autismo pueden tener múltiples síntomas que afectan su vida diaria. Existe la posibilidad de que tales síntomas resulten enmascarados, lo que puede ocasionar estrés. Los niños con TEA también pueden ser más vulnerables a la intimidación o el abuso. Los padres, cuidadores y maestros deben estar conscientes de esto para estar preparados, de manera que sean capaces de educar a otros niños sobre la condición y brinden el apoyo necesario a quienes la padecen.

 

Fuente: Medical News Today