Los carbohidratos han sido restringidos en muchas dietas populares, pero su papel en la alimentación es fundamental. Existen muchos mitos alrededor de ellos y su impacto en el peso, lo que genera confusión sobre si deben ser eliminados o no. Aquí desmentimos algunas creencias comunes.
Mito 1: Todos los carbohidratos son malos
Realidad: No todos los carbohidratos son iguales. Existen los refinados —como el pan blanco y los dulces— y los complejos —como la avena, legumbres y verduras—. Los carbohidratos complejos aportan fibra y energía de manera sostenida, mientras que los refinados pueden elevar rápidamente el azúcar en sangre.
Mito 2: Comer carbohidratos en la noche engorda
Realidad: No importa la hora a la que los consumas, sino el balance calórico total del día. Si mantienes una alimentación equilibrada y dentro de tus requerimientos energéticos, los carbohidratos en la noche no causarán aumento de peso.
Mito 3: Los carbohidratos causan aumento de peso automáticamente
Realidad: Ganar peso ocurre cuando hay un exceso de calorías, sin importar si provienen de carbohidratos, grasas o proteínas. Los carbohidratos pueden formar parte de una dieta saludable si se eligen opciones de calidad y en las cantidades adecuadas.
Mito 4: La mejor forma de perder peso es eliminando los carbohidratos
Realidad: Aunque las dietas bajas en este macronutriente pueden generar pérdida de peso rápida, esto suele deberse a la eliminación de líquidos, no de grasa. Además, restringirlo por completo puede provocar fatiga, irritabilidad y falta de energía.
Mito 5: Todos los carbohidratos elevan el azúcar en sangre de la misma manera
Realidad: Los carbohidratos de alto índice glucémico, como el azúcar y la harina refinada, elevan rápidamente el azúcar en sangre. En cambio, los de bajo índice glucémico, como los cereales integrales y las legumbres, se absorben más lentamente, evitando picos de glucosa.
Conoce más: ¿Cómo lograr un balance entre carbohidratos, proteínas y grasas?
Este macronutriente es una fuente esencial de energía y no deben eliminarse por completo. La clave está en elegir fuentes saludables, combinarlas con proteínas y grasas de calidad, y mantener un equilibrio en la alimentación.