El estrés oxidativo ocurre cuando hay un desequilibrio entre los radicales libres y la capacidad del cuerpo para neutralizarlos mediante antioxidantes. Con el tiempo, este proceso puede dañar las células y contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares o incluso algunos tipos de cáncer.

Una forma efectiva de reducir este impacto es incluir alimentos ricos en antioxidantes en la dieta diaria.

Frutas y verduras de colores intensos

Los frutos rojos como fresas, arándanos, moras y frambuesas son ricos en antocianinas y vitamina C, potentes antioxidantes que protegen las células del daño oxidativo. Del mismo modo, verduras como espinacas, brócoli, zanahorias y pimientos aportan compuestos como los carotenoides, esenciales para la salud celular y ocular.

Té y cacao

El té verde es una fuente importante de catequinas, mientras que el té negro contiene teaflavinas, ambos con efectos antioxidantes. El cacao puro o chocolate con alto porcentaje de cacao aporta flavonoides, que pueden mejorar la salud vascular y reducir la inflamación.

Frutos secos y semillas

Almendras, nueces, pistaches, semillas de girasol y linaza son ricos en vitamina E y selenio, antioxidantes clave para la protección celular. Además, aportan grasas saludables que favorecen el bienestar cardiovascular.

Legumbres y cereales integrales

Los frijoles, lentejas y garbanzos contienen polifenoles, mientras que la avena y la quinoa aportan antioxidantes naturales junto con fibra, lo que ayuda a la regulación metabólica y a la prevención del daño oxidativo.

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Incorporar de manera regular estos alimentos fortalece las defensas del organismo, disminuye la inflamación y contribuye a un envejecimiento saludable. Una dieta variada y rica en antioxidantes es clave para mantener la salud a largo plazo.

 

Fuente: National Center for Complementary and Integrative Health (NCCIH)