El estilo de vida sedentario se ha vuelto cada vez más común, especialmente con el trabajo frente a pantallas y la reducción de la actividad física diaria. Lo que muchos no saben es que el sedentarismo no sólo afecta el peso corporal o la condición física, también puede favorecer procesos inflamatorios persistentes en el organismo, conocidos como inflamación crónica.
¿Qué es la inflamación crónica?
A diferencia de la inflamación aguda (como cuando hay una herida o infección), la inflamación crónica es una respuesta de bajo grado, continua, que puede dañar tejidos y órganos con el tiempo. Esta inflamación silenciosa está relacionada con enfermedades como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, obesidad y ciertos tipos de cáncer.
Conoce más: ¿Cómo saber si tienes un proceso inflamatorio silencioso?
¿Cómo contribuye el sedentarismo?
Estar sentado o inactivo durante largos periodos de tiempo reduce la circulación, el metabolismo y el equilibrio hormonal. Esto provoca varios efectos negativos:
- Aumento de la grasa abdominal, que libera sustancias proinflamatorias.
- Disminución de la sensibilidad a la insulina, favoreciendo la resistencia.
- Reducción de la actividad de enzimas que combaten el estrés oxidativo.
- Alteración del sistema inmunológico, favoreciendo una respuesta inflamatoria sostenida.
La falta de movimiento favorece un entorno en el cuerpo propicio para que la inflamación crónica se mantenga activa.
¿Qué puedes hacer para revertirlo?
La buena noticia es que incluso pequeños cambios en el nivel de actividad física pueden marcar una gran diferencia:
- Levántate y muévete al menos cada hora si trabajas sentado.
- Realiza caminatas diarias de 30 minutos.
- Incorpora ejercicios de fuerza 2 a 3 veces por semana.
- Realiza estiramientos o movimientos suaves durante el día.
- Evita pasar largas horas frente a pantallas sin interrupción.
Adoptar un estilo de vida más activo es una forma efectiva de reducir la inflamación y proteger tu salud a largo plazo.
Fuente: Harvard Health Publishing