La flexibilidad es un componente esencial del bienestar físico, ya que favorece el movimiento, previene lesiones y ayuda a reducir tensiones acumuladas. No necesitas rutinas intensas para mejorarla. Incorporar pequeños hábitos diarios puede aportar más movilidad y comodidad en tus actividades cotidianas.
1. Realiza estiramientos suaves al despertar
Comenzar el día con movimientos lentos es una forma simple de activar el cuerpo. Unos minutos de estiramientos ligeros ayudan a despertar los músculos, mejorar la circulación y preparar las articulaciones para el resto del día, especialmente si pasas mucho tiempo sentado.
2. Integra pausas de movilidad durante el día
Los movimientos breves pueden marcar una diferencia significativa. Levantarte, estirar brazos, girar hombros o mover el cuello en pausas de uno o dos minutos libera tensión y mantiene la elasticidad muscular, lo que favorece una mejor postura.
3. Utiliza la respiración para relajar el cuerpo
Respirar de manera consciente ayuda a relajar los tejidos. Al inhalar profundo y exhalar lentamente durante los estiramientos, los músculos se sueltan con mayor facilidad, lo que aumenta la flexibilidad de forma progresiva, sin generar molestias.
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4. Estira después de actividades físicas
Aprovechar el momento en que los músculos están calientes es ideal. Estirar después de caminar, subir escaleras o hacer una rutina ligera ayuda a mejorar el rango de movimiento y a reducir rigidez, favoreciendo mayor comodidad al moverte.
5. Mantén constancia con sesiones cortas
La repetición es más importante que la intensidad. Realizar estiramientos breves todos los días permite avances sostenidos, mejora la movilidad general y reduce la sensación de tensión acumulada, incluso si sólo inviertes pocos minutos.
Adoptar estos hábitos puede ayudarte a moverte con mayor libertad y sentir tu cuerpo más ligero. Con constancia y opciones sencillas, es posible mejorar la flexibilidad sin necesidad de rutinas exigentes.
Fuente: Harvard Health Publishing







