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Es muy poco probable que las personas que sufren un paro cardíaco debido a un caso grave de COVID-19 salgan con vida del hospital, así lo dio a conocer un nuevo estudio publicado en la revista JAMA Internal Medicine.

De acuerdo con los investigadores, de 54 pacientes en un hospital de Michigan cuyo corazón se detuvo mientras luchaban contra el COVID-19, ninguno sobrevivió a su enfermedad pese a que 29 fueron resucitados mediante reanimación cardiopulmonar (RCP).

«No creo que podamos decir que un paro cardíaco siempre es fatal si tienes COVID», señaló el doctor J. Randall Curtis, profesor de neumología de la Universidad de Washington en Seattle (Estados Unidos), quien no participó en el estudio y escribió un editorial acompañante sobre el mismo. «Creo que podemos decir que, en este escenario de paro cardíaco y COVID-19, las posibilidades de que la reanimación cardíaca funcione son muy, muy bajas».

Antes de esta investigación, los médicos ya sospechaban que salvar a un paciente con COVID-19 cuyo corazón se detuviera sería difícil, indicó Curtis. Un informe anterior de China arrojó resultados similares.

Este tipo de cosas son comunes en otras enfermedades pulmonares graves, y el problema no proviene del corazón sino de los pulmones, apuntó.

«De los pacientes con COVID-19 que progresan hasta un paro cardíaco, la mayoría de las veces este último ocurre porque su enfermedad pulmonar se ha vuelto tan grave que no reciben suficiente oxígeno y su cuerpo se está apagando», explicó Curtis.

Incluso si el corazón se reanima, seguirá teniendo que luchar contra la falta de oxígeno de los pulmones dañados, añadió Curtis.

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El experto resaltó que de los 54 pacientes, 52 tuvieron un tipo de paro cardíaco llamado actividad eléctrica sin pulso o AESP. En la AESP, el corazón genera suficiente electricidad para generar un latido cardíaco, pero el músculo cardíaco en sí se ha atrofiado y no se contrae.

«Los paros por AESP poseen una supervivencia hospitalaria mucho peor si se sufre un paro cardíaco en el hospital», en comparación con los paros cardíacos causados ​​por una disfunción del corazón mismo, informó Curtis.

Por su parte, el doctor Shrinjaya Thapa y sus colegas del Hospital William Beaumont en Royal Oak, Michigan, sugirieron que los médicos deberían pensar dos veces antes de realizar una RCP prolongada en estos pacientes, especialmente porque el proceso de reanimación genera aerosoles que pueden poner al personal de atención médica en un mayor riesgo de contraer el virus.

Curtis estuvo de acuerdo en que la reanimación cardiopulmonar aumenta la cantidad de virus en el aire, pero destacó que la mayoría de los pacientes que están tan enfermos con COVID-19 suelen permanecer en la unidad de cuidados intensivos y en aislamiento.

«Siento que si vamos a hacer resucitación cardiopulmonar, el riesgo es relativamente bajo para los trabajadores del hospital, porque el equipo de protección personal que se coloca y se quita correctamente funciona», subrayó Curtis.

Los resultados de este estudio resaltan la necesidad de que los médicos tengan discusiones francas con los pacientes gravemente enfermos de COVID-19 respecto a sus deseos relacionados con la reanimación, enfatizó.

«Es realmente importante para nosotros pensar con anticipación sobre si realmente deberíamos permitir que los pacientes y sus familias pasen por esto. Hablar con anticipación es realmente importante. Muchos pacientes con tan pocas posibilidades de supervivencia significativa no querrían pasar por tal situación», concluyó Curtis.

 

Vía: Health Day News