Como te lo hemos mencionado anteriormente, la neumonía es una infección que inflama los sacos de aire en uno o ambos pulmones. Los sacos de aire pueden llenarse con líquido o pus (material purulento), causando tos con flema o pus, fiebre, escalofríos y dificultad para respirar. Una variedad de organismos, incluyendo bacterias, virus y hongos, pueden causar neumonía. La enfermedad puede variar en gravedad, yendo desde leve hasta a amenazante para la vida. Suele ser muy grave para los bebés y niños pequeños, las personas mayores de 65 años, y las personas con problemas de salud o sistemas inmunológicos debilitados.

La neumonía atípica es un término informal para la neumonía que no es lo suficientemente grave como para requerir reposo en cama o hospitalización. Puede sentirse como si tuvieras un resfriado. Los síntomas son generalmente tan suaves que es normal que no sientas la necesidad de permanecer en casa, o de evitar ir al trabajo o a la escuela, por lo que te mantienes activo(a) y caminando de aquí para allá. Por lo anterior, lo más probable es que no acudas al médico, debido a los síntomas leves. Si vas con el doctor, posiblemente no parezcas lo suficientemente enfermo(a) como para requerir una radiografía de tórax, que es la forma mediante la cual se diagnostica cualquier tipo de neumonía.

La neumonía atípica, también llamada «errante», a menudo es causada por ciertos tipos de bacterias (Legionella pneumophila, Mycoplasma pneumoniae y Chlamydophila pneumoniae) que producen síntomas más leves, los cuales se manifiestan de manera más gradual que en la neumonía típica. Es común que la condición sea llevada a casa por los niños pequeños, pues tienden a adquirir la infección en la escuela. Normalmente, los miembros de la familia de los niños infectados comienzan a mostrar síntomas dos o tres semanas después. Este tipo de neumonía se puede tratar con un antibiótico.

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Neumonía y tus pulmones

La mayoría de la neumonía ocurre cuando se da una ruptura en las defensas naturales de tu cuerpo, permitiendo que los gérmenes invadan y se multipliquen dentro de tus pulmones. Para destruir los organismos nocivos, los glóbulos blancos se acumulan rápidamente. Junto con las bacterias y hongos, estas células llenan los sacos de aire dentro de tus pulmones (llamados alvéolos). Esto puede hacer que la respiración se torne difícil. Un signo clásico de la neumonía bacteriana es una tos que produce esputo espeso, teñido de sangre o de color verdoso amarillento con pus.

 

Vía: Clínica Mayo / Medline Plus