De acuerdo con diversos entrenadores, reducir o saltarse los descansos puede destrozar los beneficios que trae consigo la actividad física, principalmente si se trata de sesiones de entrenamiento intensas.

Existen diversas formas de descansar —no es necesario permanecer estático—, algunas de ellas son: caminar, estirar o trotar. Considera que permanecer inactivo puede provocar que la sangre se quede estancada en las piernas, causando sensación de pesadez.

La forma de descanso no es tan importante como la duración del mismo. Por ello, te recomendamos que antes de iniciar tu próxima sesión pienses si tu descanso debería ser corto, medio o largo. Aquí la explicación.

  1. Descanso corto (30 a 90 segundos)

La ventaja de este tipo de pausa es que mantiene alta la intensidad del entrenamiento, lo que permite correr o activarse con fatiga. El cuerpo se vuelve más eficaz para limpiar el ácido láctico que causa quemazón en los músculos, de manera que puede correr más distancia a mayor rapidez.

  1. Descanso medio (2 a 4 minutos)

Una recuperación completa ayuda a aumentar la resistencia, y enseña al cuerpo a mantener su umbral de lactosa por más tiempo. Al final de este descanso te sentirás recuperado al 80%, según expertos.

  1. Descanso largo (4 a 10 minutos)

El descanso largo permite que tu pulso y respiración vuelvan a niveles totales de reposo, lo que ayuda a hacer la siguiente repetición con la misma fuerza que al inicio, asegurando un entrenamiento de calidad. Además, ayuda a desvanecer la fatiga, evitando lesiones.

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Intenta hacer estas pausas y disfruta los resultados. Recuerda que antes de iniciar cualquier tipo de actividad física es importante visitar a un médico para conocer tu estado de salud. Toma en cuenta que de esto dependerá el tipo de descanso que requiere tu cuerpo al momento de ejercitarte.

 

Vía: Runner’s World