El hígado es un órgano esencial para filtrar toxinas, procesar nutrientes y almacenar energía. Este se sobrecarga con un alto consumo de azúcar. Dicho exceso se convierte en grasa, el cual puede desembocar en consecuencias graves que te mencionamos a continuación:

-Inflamación y estrés oxidativo: El azúcar añadido se transforma en grasa que se acumula en el hígado, causando inflamación y estrés oxidativo. Dicha inflamación persistente daña el tejido y promueve la resistencia a la insulina.

-Resistencia a la insulina: Las células pierden sensibilidad a la insulina, forzando al páncreas a producir más. Este exceso estimula al hígado a almacenar todavía más grasa, creando un ciclo vicioso que agrava la inflamación, la resistencia a la insulina y aumenta el riesgo de síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y esteatosis hepática asociada a disfunción metabólica (MASLD).

-Desarrollo de enfermedad hepática: El hígado convierte el azúcar excesivo en ácidos grasos. Su acumulación da lugar a MASLD, que afecta a cerca del 25% de la población. Esta grasa visceral compromete la función hepática, fomenta la inflamación y el daño celular. Sin tratamiento, la MASLD puede progresar a esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH), con cicatrización y pérdida de función.

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¿Puede sanar el hígado del exceso de azúcar?

Sí, el hígado puede recuperarse del exceso de azúcar. Al consumir menos, el hígado deja de convertir el exceso de fructosa (azúcar de la fruta) en grasa y puede empezar a descomponer las reservas de grasa existentes para obtener energía.

Combinar una dieta baja en azúcar y alta en fibra con actividad física regular, hidratación y control del peso ayuda a restaurar la sensibilidad a la insulina, mejorar el control del azúcar en sangre y reducir la inflamación.

 

Fuente: Very Well Health