El hígado es un órgano vital que participa en procesos como la digestión de grasas, el almacenamiento de energía y la eliminación de toxinas. Cuando hay exceso de peso, su funcionamiento puede verse seriamente afectado, aumentando el riesgo de enfermedades como el hígado graso no alcohólico (HGNA).

¿Qué relación hay entre el peso y el hígado?

El exceso de grasa corporal, especialmente en el abdomen, puede provocar la acumulación de grasa en las células hepáticas, una condición silenciosa que puede avanzar hacia inflamación crónica, fibrosis o incluso cirrosis. Este daño ocurre sin necesidad de consumir alcohol.

La obesidad y el sobrepeso son hoy las principales causas de enfermedad hepática crónica en muchas partes del mundo, y en gran medida son prevenibles.

¿Cómo afecta el hígado graso?

En sus primeras etapas, el hígado graso no suele presentar síntomas, pero con el tiempo puede causar:

  • Cansancio persistente.
  • Dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen.
  • Inflamación hepática.
  • Aumento de enzimas hepáticas en análisis de sangre.

Si no se atiende, esta condición puede avanzar a esteatohepatitis no alcohólica, una forma más grave que puede derivar en cirrosis o cáncer hepático.

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¿Cómo proteger tu hígado?

Mantener un peso saludable es una de las estrategias más efectivas para cuidar este órgano. Para lograrlo:

  • Sigue una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, granos integrales y grasas saludables.
  • Limita el consumo de azúcares añadidos y alimentos ultraprocesados.
  • Realiza actividad física al menos 150 minutos por semana.
  • Evita el consumo excesivo de alcohol.
  • Acude a revisiones médicas periódicas, especialmente si tienes antecedentes familiares de enfermedad hepática.

Cuidar tu peso no solo mejora tu calidad de vida, también protege el funcionamiento de tu hígado a largo plazo. La prevención es clave para evitar complicaciones silenciosas y mantener tu salud general en equilibrio.

 

Fuente: American Liver Foundation