La deshidratación en adultos mayores es un problema frecuente y serio, ya que con la edad disminuye la sensación de sed y se altera la capacidad del cuerpo para conservar líquidos. Prevenirla es esencial para mantener la salud general y evitar complicaciones.
1. Fomentar el consumo regular de líquidos
Es importante animar a las personas mayores a beber agua de manera regular, aunque no sientan sed. Establecer horarios para la ingesta de líquidos a lo largo del día puede ser una estrategia efectiva.
2. Ofrecer variedad de bebidas saludables
Además del agua, se pueden incluir infusiones sin cafeína, caldos bajos en sodio o jugos naturales diluidos. La variedad facilita que la persona consuma más líquidos sin que resulte monótono.
3. Incluir alimentos ricos en agua
Las frutas como la sandía, el melón y las fresas, así como verduras como el pepino y el tomate, aportan agua y nutrientes esenciales. Incorporarlas en la dieta diaria ayuda a mantener un buen nivel de hidratación.
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4. Adaptar la cantidad de líquidos a la actividad y el clima
En días calurosos o cuando hay mayor actividad física, es fundamental aumentar la ingesta de líquidos. Estar atentos a cambios en el ambiente o en la rutina ayuda a prevenir pérdidas excesivas de agua.
5. Vigilar signos tempranos de deshidratación
Síntomas como boca seca, fatiga, piel reseca o confusión pueden indicar deshidratación. Actuar de inmediato ante estos signos puede evitar complicaciones graves, como infecciones urinarias o caídas por debilidad.
Cuidar la hidratación en adultos mayores es un acto preventivo que protege su salud y calidad de vida. Promover hábitos de consumo adecuados y estar atentos a los signos de alarma puede marcar una gran diferencia.
Fuente: Secretaría de Salud