Cuando bebes alcohol, este viaja hacia tu estómago y, cuando tienes comida ahí, el alcohol se absorberá junto con algunos de los nutrientes de esos alimentos en tu torrente sanguíneo, específicamente a través de las células de la pared del estómago. Dicho proceso ralentiza la digestión del alcohol.

Si no has comido, el alcohol continuará hasta el intestino delgado, donde pasará de manera similar a través de las células de la pared intestinal, pero a un ritmo mucho más rápido. Esta es la razón por la que puedes sentirte más agitado(a) y mareado(a) cuando bebes con el estómago vacío.

Sin embargo, comer alimentos que le cuesta trabajo digerir a tu cuerpo, como los que son muy fibrosos o muy grasosos, también puede acelerar la digestión.

Una vez que se absorbe la mayor parte del alcohol, el resto se excreta de tu cuerpo a través de las heces y la orina. Los músculos de tu colon se mueven para generar una compresión (o apretón) coordinada que permite expulsar las heces.

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El alcohol acelera la velocidad de estas compresiones o apretones, lo que no permite que el colon absorba el agua como lo hace normalmente. Lo anterior hace que tus heces salgan como diarrea, a menudo muy rápidamente y con mucha agua adicional.

Los científicos han descubierto que beber pequeñas cantidades de alcohol tiende a acelerar el ritmo de la digestión, lo que suele provocar diarrea.

En el otro extremo del espectro, beber grandes cantidades de alcohol puede retrasar la digestión y causar estreñimiento.

Esta sustancia también puede irritar el tracto digestivo y empeorar la diarrea. Los científicos han descubierto que esto ocurre con mayor frecuencia con el vino, pues tiende a eliminar las bacterias beneficiosas en los intestinos.

Las bacterias recolonizarán el aparato intestinal y la digestión normal se restaurará cuando se detenga el consumo de alcohol y se reanude la alimentación normal.

 

Fuente: Healthline