Comer demasiadas grasas saturadas puede elevar los niveles de colesterol LDL «malo». Un nivel alto de LDL en sangre puede provocar la acumulación de placa en las arterias de todo el cuerpo, lo que aumenta el riesgo no solo de ataques cardíacos y eventos vasculares cerebrales (EVC), sino también de disfunción eréctil y mala circulación de las piernas, así lo señala la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).

«Elimina las grasas saturadas de tu dieta y podrás reducir el riesgo de todos estos problemas», asegura el doctor Frank Hu, profesor de nutrición y epidemiología en la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de dicha casa de estudios.

En contraste, consumir grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas ayuda a bajar la presión arterial y reduce la inflamación crónica, lo que se traduce en un menor riesgo cardiovascular.

De hecho, un estudio publicado en la edición de abril de 2018 de la revista Annals of Nutrition & Metabolism, encontró que reemplazar solo el 5% de las grasas saturadas en la dieta por grasas insaturadas se asoció con una disminución del 17% en el riesgo de enfermedad cardiovascular. La investigación también descubrió que elegir grasas insaturadas en lugar de carbohidratos y grasas saturadas puede ayudar a reducir los niveles de azúcar en sangre, así como el riesgo de diabetes (asumiendo una ingesta calórica diaria similar).

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Grasas saludables, ¿cerebro saludable?

Otro beneficio de cambiar las grasas malas por las buenas es que puede ayudar a mantener tu cerebro sano. Varios estudios han encontrado una fuerte asociación entre las personas que siguen la dieta MIND y un menor riesgo de enfermedad de Alzheimer.

El nombre de esta dieta, basada en diversas investigaciones, es el acrónimo de Intervención mediterránea-DASH para el retraso neurodegenerativo, y aboga por comer más de ciertos alimentos con alto contenido de grasas insaturadas, como nueces, pescado graso y aceite de oliva. La dieta también enfatiza la reducción de alimentos que contienen altas cantidades de grasas saturadas, como mantequilla, carnes rojas, pasteles y comidas fritas y rápidas.

Un cuerpo de evidencia pequeño, pero creciente, revela una asociación de estos cambios en la dieta con un menor riesgo de depresión, así como de pérdida de memoria relacionada con la edad y de deterioro cognitivo. La conexión podría relacionarse con la capacidad de las grasas insaturadas para amortiguar la inflamación crónica, afirman los expertos.

Con base en la información anterior, si tienes más dudas sobre cómo las grasas pueden perjudicar o beneficiar tu salud, consulta a tu médico y a un especialista en nutrición.

 

Vía: Harvard Medical School