La influenza H3N2 puede provocar síntomas más intensos que un resfriado común y, en algunos casos, derivar en complicaciones. Actuar a tiempo es fundamental para reducir riesgos, aliviar los síntomas y evitar contagios, sobre todo durante la temporada de mayor circulación del virus.

1. Reconoce las señales de alerta

Identificar los síntomas es el primer paso. Fiebre alta, escalofríos, dolor muscular intenso, cansancio extremo, dolor de cabeza, tos seca y malestar general suelen presentarse de forma repentina. En algunos casos también puede haber dolor de garganta o congestión nasal.

2. Evita automedicarte

El uso incorrecto de medicamentos puede empeorar el cuadro. No tomes antibióticos ni antivirales sin indicación médica, ya que estos no siempre son necesarios y pueden generar efectos adversos o resistencia a tratamientos.

3. Consulta a un profesional de la salud

La valoración médica es clave, especialmente si perteneces a un grupo de riesgo. Un diagnóstico oportuno permite indicar tratamiento antiviral en las primeras 48 horas, lo que puede reducir la duración y la gravedad de la enfermedad.

4. Guarda reposo y limita el contacto con otras personas

El descanso favorece la recuperación. Permanecer en casa, evitar actividades extenuantes y reducir el contacto cercano ayuda a que el cuerpo se recupere y a cortar la cadena de contagios, protegiendo a quienes te rodean.

5. Mantén una buena hidratación y alimentación ligera

El cuerpo necesita apoyo para enfrentar la infección. Beber líquidos de forma constante y optar por alimentos fáciles de digerir contribuye a prevenir la deshidratación y a sostener la energía durante la enfermedad.

6. Observa la evolución de los síntomas

Algunos signos requieren atención inmediata. Dificultad para respirar, dolor en el pecho, confusión, fiebre persistente o empeoramiento general son señales de alerta que no deben ignorarse, especialmente en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.

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Sospechar de influenza H3N2 no debe generar pánico, pero sí acciones responsables. Escuchar a tu cuerpo, buscar atención médica a tiempo y respetar el reposo son decisiones que protegen tu salud y la de los demás, y te ayudan a atravesar la enfermedad de forma más segura.

 

Fuente: Centers for Disease Control and Prevention (CDC)