Generalidades

La diabetes es una enfermedad grave y afecta a muchos adultos mayores. La diabetes tipo 2 es la forma más común de la afección en este grupo de edad y se espera que aumente durante las próximas décadas. Cabe destacar que la diabetes entre los adultos mayores frágiles suele ir acompañada de problemas de movilidad, así como de otros trastornos/enfermedades y de muerte prematura.

Por lo anterior, es recomendable que las personas de la tercera edad reciban una evaluación integral, que incluye analizar el estado funcional, cognitivo, mental y social, a fin de identificar los objetivos específicos de control de azúcar en sangre y las terapias para reducir la glucosa, que deben centrarse en las preferencias, necesidades y riesgos de los pacientes.


Síntomas

En las personas sanas, la glucosa es reabsorbida por el riñón para asegurar niveles normales de glucosa en sangre. En una persona con diabetes, la glucosa se excreta a través del riñón si cruza un nivel particular, denominado umbral renal. El umbral renal de glucosa aumenta con la edad y los mecanismos que provocan tener sed se ven afectados. Por lo tanto, los síntomas de poliuria (orinar de forma excesiva) y polidipsia (sed excesiva) pueden no presentarse temprano en las personas mayores con diabetes. En cuanto a los signos más visibles, los pacientes pueden fatigarse fácilmente, tener infecciones persistentes o recurrentes, pérdida de peso o complicaciones crónicas de los vasos sanguíneos.

Síndromes geriátricos

La mayoría de los síndromes geriátricos comunes pueden deberse a la diabetes. Dichos síndromes son situaciones clínicas habituales que tienen un impacto sustancial en la funcionalidad y la calidad de vida de los adultos mayores. Estos incluyen úlceras por presión, incontinencia urinaria, caídas, deterioro muscular y delirio. Otros síndromes geriátricos incluyen demencia, discapacidad auditiva, discapacidad visual, sarcopenia (pérdida de masa muscular), desnutrición, fragilidad, inmovilidad y alteración de la marcha. Cabe resaltar que cuatro factores de riesgo contribuyen a la mayoría de los síndromes geriátricos:

  • Edad avanzada
  • Deterioro cognitivo inicial
  • Deterioro funcional inicial
  • Movilidad reducida

Dicho lo anterior, la diabetes puede contribuir a todos estos síndromes, ya sea directamente a través de sus síntomas y complicaciones o retrasando la resolución de otras afecciones que también padecen los pacientes.

Detección

Los criterios para diagnosticar la diabetes son similares en los adultos jóvenes y de la tercera edad. Sin embargo, las estrategias de detección pueden variar.

En los adultos mayores, los exámenes de detección deben realizarse anualmente en tiempo y en forma. Esto incluye el control de la glucosa en sangre siempre que una persona de edad avanzada se someta a un análisis de sangre de rutina o por indicación médica. Una prueba de glucosa después de hacer ejercicio o de ingerir alimentos puede ser una mejor estrategia de detección que una estimación de la glucosa en ayunas.

La prueba de hemoglobina glucosilada, que evalúa el control de la glucosa durante los 3 meses anteriores, es un parámetro aceptado a nivel mundial para el diagnóstico de la diabetes. Sin embargo, en los adultos mayores, tiene una utilidad limitada. Esto se debe a que los factores que afectan la vida útil de los glóbulos rojos (como la anemia o una enfermedad aguda) ocurren con frecuencia en las personas de la tercera edad, de ahí la importancia de consultar con el médico de cabecera otras opciones de detección según la situación particular de la persona.

Opciones terapéuticas

Las opciones terapéuticas para los adultos mayores con diabetes son similares a las de la población adulta. Sin embargo, los tratamientos con medicamentos deben ser cuidadosamente prescritos y controlados, tomando en cuenta las capacidades cognitivas del paciente, las interacciones fármaco-fármaco potencialmente mortales y el riesgo cardiovascular, así como el objetivo principal de evitar la hipoglucemia (niveles de azúcar en sangre por debajo de lo normal).

Asimismo, una evaluación nutricional cuidadosa con las herramientas y especialistas adecuados, así como una actividad física equilibrada y monitoreada periódicamente, contribuyen a un plan de atención personalizado eficaz, según lo que requieran los adultos mayores con diabetes.

Cabe agregar que, además de sus complicaciones biomédicas, los adultos mayores con diabetes enfrentan desafíos psicosociales únicos, los cuales incluyen un mayor riesgo de depresión y un entorno social hostil. Por ello, el apoyo psicosocial disponible para esta población debe formar parte de las opciones terapéuticas de rutina. El análisis de la calidad de vida, el estrés/angustia por la diabetes y la depresión también deben abordarse y tratarse utilizando herramientas sencillas validadas, como psicoterapia, meditación y grupos de apoyo.

Finalmente y no menos importante, los cuidadores deben ser sensibles a las necesidades y desafíos psicosociales de las personas mayores, utilizando oportunidades disponibles para mejorar las habilidades de afrontamiento y de manejo del estrés. Se pueden probar estrategias no farmacológicas para preservar la función cognitiva y retrasar la demencia o la pérdida de memoria.

Fuentes:
National Institute on Aging
PubMed
NCBI