La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser causada por virus, consumo de alcohol, medicamentos o enfermedades autoinmunes. Esta condición puede presentarse en forma aguda (de corta duración) o crónica (persistente por más de seis meses).
Conocer las diferencias es clave para entender su impacto en la salud y tomar medidas a tiempo.
1. Duración del cuadro clínico
La hepatitis aguda aparece de forma repentina y suele resolverse en pocas semanas o meses. En cambio, la hepatitis crónica dura más de seis meses y puede persistir durante años sin desaparecer por sí sola.
2. Síntomas
La hepatitis aguda puede provocar síntomas intensos como fiebre, náuseas, ictericia, fatiga o dolor abdominal. En la hepatitis crónica, los síntomas suelen ser leves o inexistentes al inicio, lo que dificulta su detección temprana. Algunas personas solo descubren que la tienen cuando ya hay daño hepático avanzado.
3. Causas más frecuentes
La hepatitis aguda suele estar asociada a los virus A, B o E, intoxicaciones o reacciones medicamentosas. La crónica está relacionada principalmente con el virus de la hepatitis B o C, consumo prolongado de alcohol o enfermedades autoinmunes.
4. Evolución y complicaciones
La hepatitis aguda, en la mayoría de los casos, se resuelve sin consecuencias si se trata adecuadamente. La crónica puede evolucionar con el tiempo hacia fibrosis, cirrosis o cáncer de hígado, especialmente si no se diagnostica ni trata a tiempo.
5. Tratamiento y seguimiento
En casos agudos, el tratamiento se enfoca en reposo, hidratación y control de los síntomas. La hepatitis crónica requiere seguimiento médico constante, análisis periódicos y en muchos casos tratamiento antiviral o inmunosupresor.
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Distinguir entre hepatitis aguda y crónica es esencial para actuar con rapidez y prevenir complicaciones. Ante cualquier síntoma o diagnóstico relacionado con el hígado, acudir al médico es la mejor decisión.
Fuente: Organización Mundial de la Salud