La lactancia materna es una experiencia importante tanto para la madre como para el bebé, pero no siempre es fácil ni placentera. Algunas mujeres enfrentan dolor físico o malestar emocional durante este proceso, lo cual puede generar culpa, frustración o ansiedad. Reconocer estos sentimientos y buscar apoyo es esencial para cuidar la salud mental y física.

1. Identificar el origen del dolor

El dolor durante la lactancia puede deberse a varias causas como una mala posición al amamantar, grietas en los pezones, obstrucción de conductos o mastitis. En muchos casos, ajustar la técnica o cambiar la postura puede aliviar el malestar. Consultar con una asesora en lactancia certificada puede hacer una gran diferencia.

2. Validar el malestar emocional

Es común que algunas madres sientan tristeza, irritabilidad o ansiedad durante o después de las tomas. En ciertos casos, puede tratarse de una respuesta hormonal transitoria, pero si el malestar persiste o interfiere con el vínculo con el bebé, es importante considerar la posibilidad de una depresión posparto o una dificultad relacionada con la lactancia misma. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de cuidado propio.

3. Buscar acompañamiento profesional

Tanto el dolor físico como el emocional requieren atención. Un equipo de salud integral, que incluya pediatra, ginecólogo, psicólogo y consultora en lactancia, puede orientar y apoyar. También existen grupos de apoyo donde otras madres comparten experiencias similares, lo cual puede ayudar a sentirse comprendida.

4. Considerar opciones sin culpa

Si, a pesar de los esfuerzos, la lactancia no es sostenible o está afectando gravemente el bienestar de la madre, se pueden considerar alternativas como la leche extraída o la fórmula. La salud de la madre es clave para el bienestar del bebé, y no existe una única forma válida de criar con amor y responsabilidad.

Aceptar que cada experiencia es diferente permite tomar decisiones informadas y amorosas. El objetivo no es cumplir una expectativa, sino cuidar del binomio madre-bebé en su totalidad.

 

Fuente: Mayo Clinic