Benzodiacepina

procedencia

Desde la antigüedad se han utilizado diferentes productos para provocar sedación. A principios del siglo XX se comenzaron a usar los barbitúricos, que fueron los primeros fármacos que dominaron el tratamiento de la ansiedad, el insomnio, la epilepsia y múltiples trastornos psiquiátricos.

En la década de los años 50 se sintetizó el primer neuroléptico, grupo de medicamentos utilizados para el tratamiento de enfermedades mentales graves como la esquizofrenia. En 1952, varios químicos suizos aislaron un alcaloide a partir de la planta Rauwolfia serpentina (reserpina) y, a partir de ese momento, éste se empezó a utilizar como fármaco tranquilizante para tratar la hipertensión y diversas enfermedades psíquicas.

En la década de los años 60 se comenzaron a utilizar las benzodiacepinas, mismas que, de forma paulatina, han ido desplazando a los barbitúricos por ser de uso más seguro. Desde entonces se han sintetizado más de 2.000 benzodiacepinas diferentes.

Todas las benzodiacepinas actúan aumentando la acción de una sustancia química natural del cerebro, el GABA (ácido gamma-aminobutírico). El GABA es un neurotransmisor que envía un mensaje de inhibición: le comunica a las neuronas con las que se pone en contacto que disminuyan su velocidad o que dejen de transmitir. Dado que más o menos el 40% de los millones de neuronas del cerebro responden al GABA, significa que éste tiene un efecto general tranquilizante en el cerebro. Puede decirse que, de cierta forma, es el hipnótico y tranquilizante natural con el que cuenta el organismo.

El resultado de este incremento de la actividad inhibidora del GABA causado por las benzodiacepinas, es la disminución de la producción cerebral de neurotransmisores excitativos, los cuales son necesarios para las funciones involucradas en el estado normal de vigilia y alerta, la memoria, el tono muscular y la coordinación, las respuestas emocionales, las secreciones de las glándulas endocrinas, el control del ritmo cardíaco y de la tensión sanguínea y muchas otras funciones que pueden resultar perjudicadas por las mismas.

Su acción se potencializa cuando se combina con otras drogas depresoras del SNC, tales como el alcohol o la marihuana.

“Benzos”, ansiolíticos, pastillas para dormir.

Depresor del sistema nervioso central.

Puede ser oral, intramuscular (inyecciones) o sublingual (se coloca la sustancia debajo de la lengua y así pasa rápidamente al torrente sanguíneo).

Se trata de los tranquilizantes comúnmente prescritos por los médicos para calmar la ansiedad (ansiolíticos) o para provocar la sedación y el sueño (hipnóticos). Se encuentran en el mercado con nombres comerciales como: Diazepam, Valium, Nitrazepam, Temazepam, Ativan, Rohypnol, etc. Todos estos medicamentos pueden presentarse en grageas, comprimidos, gotas, tabletas, ampolletas, etc.

Después de un periodo de abuso de benzodiacepinas, se presentan algunas de las siguientes secuelas físicas y   mentales:

Físicos

  • Adicción.
  • Ojos o piel amarillos.
  • Problemas hepáticos.

Psicológicos

  • Adicción.
  • Dificultad de concentración, aprendizaje y memoria.
  • Dificultad para dormir (insomnio de rebote) debido a que al ingerirse constantemente, el cuerpo crea tolerancia, por lo tanto su eficacia para inducir el sueño disminuye.
  • Irritabilidad.
  • Falta de motivación.
  • Pérdida de memoria.
  • Ansiedad.
  • Irritabilidad.
  • Distorsión del sueño.
  • Problemas sexuales.
  • Aumento de peso.