La nicotina es un estimulante altamente adictivo que se encuentra principalmente en las plantas de tabaco, el cual desempeña un papel clave en la adicción al cigarro debido a sus efectos sobre los sistemas de placer y recompensa del cerebro. Comprender sus riesgos y la ayuda disponible a través de las terapias de reemplazo de nicotina te permitirá tomar decisiones informadas sobre tu salud.
Existen ciertas proteínas en nuestro cuerpo llamadas receptores. Estos receptores solo reciben neurotransmisores o sustancias químicas específicas. Los receptores a los que se une la nicotina se denominan receptores nicotínicos-colinérgicos. La nicotina es un agonista, lo que significa que cuando se une a los receptores, provoca una respuesta biológica.
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Los receptores nicotínicos-colinérgicos se encuentran en diversas partes del cuerpo, como el cerebro, las uniones neuromusculares (áreas de comunicación química entre nervios y músculos), el interior de la glándula suprarrenal y los ganglios (grupos de células nerviosas).
La nicotina estimula la liberación de neurotransmisores como la dopamina, la acetilcolina, la betaendorfina, la noradrenalina, la serotonina y la hormona adrenocorticotrópica (ACTH).
La dopamina, la betaendorfina y la serotonina ayudan a regular el placer, el estado de ánimo, las emociones y el alivio del dolor. Esta liberación de dopamina es la razón por la que fumar un cigarro puede resultar placentero.
Otros neurotransmisores, como la acetilcolina, controlan respuestas fisiológicas como las contracciones cardíacas y los movimientos musculares. Por ello, la frecuencia cardíaca puede acelerarse, las arterias contraerse o la presión arterial elevarse inmediatamente después de consumir nicotina.
Fuente: Very Well Health







