Adaptado de Alzheimer’s Disease International (ADI), en colaboración con ClikiSalud – Fundación Carlos Slim
Basado en un artículo original escrito por Ruth Gentry (ADI)
En todo el mundo, la mayoría de las personas que cuidan a un familiar con demencia son mujeres. Se estima que casi dos de cada tres cuidadores informales son mujeres, y esta proporción es aún mayor en países de ingresos bajos y medios, como los de América Latina. En muchas familias, se espera que las mujeres asuman esta responsabilidad sin cuestionamientos.
El rol de cuidadora puede ser muy valioso y significativo, pero también implica una carga importante. Muchas mujeres deben cuidar a su familiar con demencia mientras trabajan, cuidan hijos u otros familiares, y se hacen cargo de las tareas del hogar. Esto genera una gran presión, tanto física como emocional.
Estudios muestran que las mujeres cuidadoras suelen tener más estrés, peor calidad de vida, y mayores niveles de angustia o síntomas de depresión. También pueden sentirse solas, invisibles o poco reconocidas por su esfuerzo. En algunos casos, experimentan estigma: es decir, ideas negativas que vienen de la sociedad o de uno mismo sobre lo que significa cuidar a alguien con demencia.
El estigma puede hacer que las mujeres se sientan avergonzadas, culpables o incapaces de pedir ayuda. Además, muchas veces se piensa que cuidar es “algo natural” en las mujeres, como si no mereciera apoyo o reconocimiento.
Por eso es importante hablar de este tema. Las mujeres que cuidan a personas con demencia necesitan ser escuchadas, apoyadas y valoradas. Algunas formas de ayudar pueden ser: reconocer su esfuerzo, compartir las tareas del cuidado en la familia, ofrecer tiempo de descanso, acompañarlas en sus emociones y crear programas que les den apoyo real.
Cuidar a alguien con demencia no debería ser una tarea solitaria. Todas las personas que cuidan merecen apoyo, información y un entorno que las acompañe. Reconocer esto es un paso importante para mejorar la vida de millones de familias.