El juego es una de las formas más naturales de aprender, expresarse y conectarse con los demás. Para niñas y niños con autismo, el juego puede verse diferente, pero sigue siendo una puerta muy valiosa para acercarnos a ellos.

Muchos niños en el espectro tienen intereses muy específicos: puede que les encante armar rompecabezas, alinear carritos o ver una misma película muchas veces. En lugar de corregirlos o redirigirlos, es mejor entrar a su mundo y usar eso que tanto disfrutan como punto de conexión.

Aquí algunos consejos para jugar y fortalecer el vínculo:

  • Observa primero. Mira cómo juega tu hijo o hija. ¿Qué repite? ¿Qué le emociona? Esto te dará pistas para acompañarlo sin interrumpir su ritmo.
  • Imita lo que hace. Si está alineando juguetes, siéntate a su lado y alínea con él. Así sabrá que estás presente sin presionarlo.
  • Sigue sus intereses. Si le gustan los dinosaurios, puedes leerle cuentos sobre ellos o dibujarlos juntos. El juego no siempre tiene que ser inventado por el adulto.
  • Haz del juego una rutina. Un momento corto pero constante cada día puede ayudar mucho a que el niño se sienta seguro y disfrute la interacción.

Recuerda: no se trata de cambiar su forma de jugar, sino de usarla como un puente para conectar, aprender y compartir. Cada pequeño momento cuenta.