Los niños con autismo pueden sentir las emociones con mucha intensidad, pero a veces no saben cómo expresarlas o entenderlas. Esto puede hacer que se frustren fácilmente, tengan berrinches o se aíslen. Como mamá, papá o cuidador, puedes hacer una gran diferencia si les enseñas poco a poco a reconocer lo que sienten y a encontrar maneras de calmarse.
Aquí te dejamos algunos consejos que pueden ayudarte:
- Ponle nombre a las emociones. Usa palabras sencillas como «feliz», «triste», «enojado» o «nervioso». Puedes usar dibujos o caritas para mostrar cada emoción. Por ejemplo: “Veo que estás enojado porque no pudiste ver la tele”.
- Crea una zona tranquila en casa. Puede ser una esquina con cojines, libros o un juguete favorito, donde tu hijo pueda ir cuando necesite calmarse. Este espacio debe ser seguro y agradable.
- Enseña rutinas para calmarse. Respirar profundo, abrazar un peluche o contar hasta diez son técnicas que puedes practicar con él o ella todos los días, incluso cuando no esté en crisis, para que luego las recuerde cuando lo necesite.
- Sé su ejemplo. Si tú también hablas de tus emociones y manejas el estrés con calma, tu hijo lo aprenderá. Decir “yo también me siento frustrado, pero voy a respirar hondo” puede ser muy útil.
- Evita gritar o castigar cuando esté abrumado. Recuerda que no lo hace por portarse mal, sino porque no sabe cómo manejar lo que siente.
Con paciencia y constancia, tu hijo aprenderá a conocerse mejor y a sentirse más seguro en diferentes situaciones. Y si necesitas apoyo, no dudes en acercarte a profesionales que trabajen con niños con autismo.