En general, aunque (sobre todo en invierno) sientas que hace mucho frío fuera de casa, es seguro hacer ejercicio cuando la temperatura supera los 0 °C y el suelo está seco. El equipo adecuado para el frío no tiene por qué ser sofisticado. Una chamarra abrigadora, un gorro, guantes, calcetines gruesos y zapatos antideslizantes son un buen comienzo. También pueden ayudar las capas de ropa deportiva que absorben la humedad y te mantienen caliente. Considera la posibilidad de salir a caminar o hacer senderismo a paso ligero, participar en un evento de orientación (combina la lectura de mapas y brújulas con la práctica de ejercicio) o ejercitarte con cuerdas de batalla que se atan a un árbol.

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Si además tienes problemas de movilidad, la mayoría de los entrenamientos se pueden modificar. Por ejemplo, puede ser más fácil realizar un entrenamiento aeróbico o con pesas en una piscina, donde la flotabilidad facilita el movimiento y hay menos miedo a caerse. O prueba un entrenamiento sentado(a) en casa, como yoga en silla, tai chi, pilates o entrenamiento de fuerza. Encontrarás una variedad infinita de videos gratuitos de entrenamiento sentado(a) en internet, pero busca aquellos creados por una fuente confiable, o un fisioterapeuta, un entrenador personal certificado o un instructor de ejercicio certificado. Otra opción es un programa de deportes adaptados en tu comunidad, como el baloncesto adaptado.

 

Fuente: Harvard Medical School