El entorno en el que vivimos tiene un impacto directo y profundo en nuestra salud. Los factores ambientales —como la calidad del aire, el acceso a agua potable y la exposición a sustancias químicas en el hogar—, pueden influir en el desarrollo de enfermedades crónicas y agudas.
La contaminación del aire es uno de los principales riesgos ambientales para la salud a nivel mundial. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 90% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de contaminación superan los límites recomendados.
Los contaminantes atmosféricos, como las partículas finas (PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono troposférico (O3), son los más preocupantes debido a su capacidad para penetrar en los pulmones y el sistema circulatorio, provocando una variedad de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Enfermedades respiratorias asociadas con la contaminación
Las enfermedades respiratorias más comúnmente asociadas con la exposición a la contaminación del aire incluyen:
- Asma. La exposición a altos niveles de contaminantes del aire puede desencadenar ataques de asma, especialmente en niños y ancianos.
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). La contaminación prolongada puede agravar esta condición, dificultando la respiración.
- Cáncer de pulmón. La exposición a contaminantes atmosféricos, especialmente al humo de tabaco y a sustancias químicas —como el asbesto—, aumenta significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón.
- Infecciones respiratorias agudas. Los niños y los ancianos son particularmente vulnerables a infecciones respiratorias —como la neumonía—, cuando están expuestos a la contaminación del aire.
¿Cómo protegerse de la contaminación del aire?
Para reducir el impacto de la contaminación del aire en la salud respiratoria, es fundamental adoptar medidas tanto individuales como comunitarias. Algunas de ellas son:
- Monitorear la calidad del aire. Utiliza aplicaciones móviles o sitios web que proporcionen información en tiempo real sobre la calidad del aire en tu área. De igual manera, evita actividades al aire libre cuando los niveles de contaminación sean altos.
- Ventilar correctamente tu hogar. Aunque puede parecer contradictorio, es esencial ventilar tu hogar, especialmente si vives en áreas donde la contaminación interior puede ser mayor que la exterior, debido a la acumulación de contaminantes provenientes de productos de limpieza, pinturas y cocinas de gas.
- Plantar vegetación. En áreas urbanas, plantar árboles y plantas en casa o en la comunidad puede ayudar a absorber parte de los contaminantes y mejorar la calidad del aire. ¡Elige tus plantas favoritas!
Productos de limpieza y materiales de construcción
Los hogares pueden ser una fuente importante de contaminación del aire interior. Muchos productos de limpieza comunes —pinturas, barnices y materiales de construcción— liberan compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden causar problemas respiratorios, irritación ocular y otros problemas de salud.
Según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), los niveles de COV en interiores pueden ser de 2 a 5 veces más altos que en exteriores.
Tabaco y humo de segunda mano
El tabaco es una de las principales fuentes de contaminación del aire en interiores. Fumar en casa no sólo expone al fumador a más de 7,000 sustancias químicas, muchas de las cuales son tóxicas y al menos 70 son cancerígenas, también pone en riesgo a los demás miembros del hogar a través del humo de segunda mano.
¿Cómo reducir la contaminación en el hogar?
- Optar por productos ecológicos. Selecciona productos de limpieza etiquetados como ecológicos o con bajo contenido de COV para reducir significativamente la contaminación del aire interior.
- No fumar en el hogar. Si fumas, hazlo al aire libre y lejos de ventanas y puertas. Lo ideal es buscar apoyo para dejar de fumar, lo que beneficiará tanto tu salud como la de quienes te rodean.
- Ventilar durante y después del uso de productos químicos. Al utilizar productos de limpieza o al pintar, asegúrate de mantener las ventanas abiertas y de ventilar el área durante varias horas después.
El acceso a agua potable y saneamiento es un derecho humano fundamental, pero en muchas partes del mundo, el agua contaminada sigue siendo una causa principal de enfermedades.
El agua contaminada puede contener bacterias, virus, parásitos, y productos químicos tóxicos que causan enfermedades como la diarrea, el cólera, la hepatitis A y la fiebre tifoidea. A decir de la OMS, se estima que 829,000 personas mueren cada año por enfermedades diarreicas, como resultado del agua y saneamiento inseguros.
Prácticas domésticas para el manejo seguro del agua
- Filtración y tratamiento del agua. En áreas donde el suministro de agua puede estar comprometido, utilizar filtros de agua domésticos para eliminar bacterias y contaminantes químicos es esencial. Además, hervir el agua antes de consumirla puede ser una medida simple pero efectiva para garantizar su seguridad.
- Almacenamiento seguro. El agua debe almacenarse en recipientes limpios y bien tapados para evitar la recontaminación. Es importante asegurarse de que los recipientes utilizados para el almacenamiento de agua potable estén dedicados exclusivamente a ese propósito.
- Conservación del agua. Enfrentamos una crisis global del agua, y cada gota cuenta. Implementar prácticas para reducir el consumo de agua, como instalar inodoros de bajo flujo, reparar fugas y utilizar electrodomésticos eficientes en el hogar, puede contribuir a la conservación de este recurso vital.
Los microplásticos son fragmentos de plástico menores a 5 milímetros que están invadiendo nuestro entorno. Se encuentran en ríos, mares, suelos, el aire que respiramos e incluso en los alimentos que consumimos, como pescados, mariscos o agua embotellada. Estos pedacitos provienen de varias fuentes: el desgaste de plásticos grandes (como botellas o bolsas), productos cosméticos (como exfoliantes con microesferas), fibras de ropa sintética que se desprenden al lavar, o incluso partículas de neumáticos al desgastarse. Su pequeño tamaño los hace difíciles de eliminar y pueden acumularse en los ecosistemas, afectando la vida marina, la calidad del agua y, potencialmente, nuestra salud.
El problema es serio: los microplásticos pueden ser ingeridos por animales marinos, lo que afecta la cadena alimenticia, y estudios están investigando cómo podrían impactar en los humanos al entrar en nuestro cuerpo. Además, estos plásticos suelen llevar químicos tóxicos que los hacen aún más peligrosos.
¿Qué puedes hacer para prevenir y reducir los microplásticos?
Aquí tienes algunas medidas prácticas que puedes tomar en tu día a día para disminuir el impacto de los microplásticos. Son acciones sencillas, pero si todos las ponemos en práctica, el cambio puede ser enorme:
- 1. Evita los plásticos de un solo uso: Cambia las botellas de plástico por una reutilizable de acero o vidrio. Usa bolsas de tela para hacer las compras y lleva tus propios cubiertos o pajitas reutilizables en lugar de los desechables. Esto reduce la cantidad de plástico que puede degradarse en microplásticos.
- 2. Revisa los productos que compras: Muchos cosméticos, como cremas, pastas de dientes o exfoliantes, contienen microplásticos (busca en las etiquetas ingredientes como polietileno, polipropileno o nylon). Opta por productos naturales o certificados como libres de microplásticos. También puedes hacer tus propios exfoliantes caseros con ingredientes como azúcar o café.
- 3. Cuida cómo lavas tu ropa: La ropa sintética (como poliéster o nailon) libera microfibras al lavarla. Usa bolsas de lavado especiales que atrapan estas fibras, lava con agua fría y en ciclos cortos, o llena menos la lavadora para reducir el desgaste. Si puedes, elige ropa de fibras naturales como algodón o lana.
- 4. Apoya el reciclaje y la gestión de residuos: Separa los plásticos y llévalos a puntos de reciclaje. Un buen manejo de residuos evita que los plásticos terminen en ríos o mares, donde se fragmentan en microplásticos. También puedes participar en limpiezas de playas o parques para recoger basura plástica.
- 5. Reduce el uso de productos con empaques plásticos: Compra a granel, elige productos con empaques de cartón o vidrio, y prefiere mercados locales donde puedas llevar tus propios recipientes. Esto disminuye la cantidad de plástico que puede convertirse en microplásticos.
- 6. Infórmate y educa a otros: Aprende más sobre los microplásticos y comparte lo que sabes con tu familia, amigos o en redes sociales. La conciencia colectiva es clave para presionar a empresas y gobiernos a tomar medidas, como prohibir microplásticos en productos o mejorar los sistemas de filtrado de aguas.
- 7. Apoya iniciativas sostenibles: Busca marcas y empresas que usen materiales biodegradables o que tengan programas para reducir plásticos. También puedes apoyar leyes o campañas que busquen limitar el uso de microplásticos en la industria.
Un pequeño esfuerzo, un gran impacto
Los microplásticos son un desafío global, pero cada acción cuenta. Cambiar hábitos diarios, como usar menos plástico o elegir productos responsables, puede parecer poco, pero si millones de personas lo hacen, el impacto será enorme. Además, al informarte y compartir lo que sabes, inspiras a otros a sumarse. ¡Cuidar el planeta empieza con pequeños pasos en tu rutina!
La relación entre la salud y el medio ambiente es incuestionable. La calidad del aire que respiramos, el agua que bebemos y los productos que utilizamos en nuestros hogares, tienen un impacto directo en nuestra salud. Es fundamental que tomemos medidas informadas para reducir la exposición a riesgos ambientales y promovamos prácticas que no sólo mejoren nuestra salud personal, sino también la del planeta. Adoptar hábitos saludables en casa es esencial para proteger a nuestras familias, así como para tener un entorno más limpio y sostenible para todos.
Fuentes
Organización Panamericana de la Salud (OPS):
Secretaría de Salud:
Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA):
United Nations Environment Programme (UNEP):