Junto con otros cuidados, la práctica regular de algún ejercicio es importante para las personas que viven con VIH, ya que además de ser parte de un estilo de vida saludable que aporta múltiples beneficios, la actividad física puede ser un factor que ayude a fortalecer el sistema inmunológico, mientras promueve que la gente se sienta mejor.

Antes de empezar cualquier programa de ejercicio, es fundamental consultar al médico para saber cuál es la mejor actividad y cuánto tiempo debe realizarse, pues esto puede variar según cada persona, también es importante explicarle si se han practicado deportes en el pasado y si entonces hubo alguna dificultad, así como las condiciones actuales que surgen cuando se realizan esfuerzos.

El entrenamiento de resistencia o fuerza, es importante para las personas que viven con VIH, ya que puede ayudar a compensar la pérdida de músculo que en ocasiones es causada por este padecimiento.

Este tipo de ejercicios son adecuados para construir la masa muscular, pues implican el esfuerzo por movimiento con objetos de peso que pueden ser barras o mancuernas; aunque también es posible usar objetos comunes que se encuentran en casa, como envases de plástico llenos de agua o arena. Para saber si se está utilizando el peso adecuado, es necesario considerar que no se debe sentir dolor durante el entrenamiento; quizás se tenga una molestia al principio, pero no debe limitar las actividades normales.

Por su parte, el ejercicio aeróbico fortalece los pulmones y el corazón, desarrolla los músculos y quema la grasa; caminar, trotar y nadar son algunos ejemplos de este tipo de actividad. Así, el movimiento aumenta la velocidad y la profundidad de la respiración, lo que a su vez incrementa la cantidad de sangre y oxígeno que el corazón bombea a los músculos, además, implica trabajar continuamente los grupos musculares. Al combinar este tipo de entrenamiento con el de resistencia, se posibilita mejorar la composición corporal y mantener bajos los lípidos y azúcares de la sangre. Antes de ejercitarse es importante calentar para evitar lesiones en las articulaciones o músculos. En este sentido, un programa equilibrado puede tener buenos resultados, realizando una actividad aeróbica como calentamiento para después hacer una sesión de resistencia.

Es importante que el ejercicio se realice gradualmente y que cada persona vaya a su propio ritmo. Asimismo, se tiene que beber agua antes, durante y después de la actividad física, es necesario alimentarse sanamente y dormir el tiempo necesario.

Si se está enfermo o se tiene un resfriado, por ejemplo, se puede tomar un descanso que con seguridad el cuerpo agradecerá.

Vía: University of California, San Francisco y AIDS InfoNet