trastorno-estres-postraumaticoPues investigadores de la Universidad de McMaster en Ontario, Canadá, respondieron esta pregunta al llegar a una conclusión después de revisar los datos experimentales y clínicos más recientes sobre el trastorno de estrés post-traumático (TEPT) .

Tras realizar un estudio en ratones de laboratorio, el equipo descubrió desequilibrios en la flora intestinal de los animales que afectaban gravemente su estado de ánimo y su comportamiento.

Los investigadores también encontraron que los ratones estresados se calmaron cuando los alimentaron con bacterias vivas obtenidas de la materia fecal de ratones tranquilos.

Linda Chrisey, quien participa en este proyecto auspiciado por la Oficina de Investigación Naval de Estados Unidos, señaló:

«Este es un trabajo muy importante para los soldados de Estados Unidos, ya que sugiere que los microbios del intestino desempeñan un papel importante en la respuesta del organismo a situaciones de estrés, así como en los que podrían ser susceptibles a enfermedades como trastorno de estrés post-traumático».

Nuestro aparato digestivo tiene trillones de microbios, sin los cuales no podríamos digerir los alimentos, defendernos eficazmente de las enfermedades, e incluso transmitir señales al cerebro que afectan nuestro estado de ánimo y comportamiento.

Conocidos colectivamente como el microbioma intestinal, estos bichos forman parte integral de la biología que nos mantiene vivos y sanos.

Para investigar la relación entre los microbios del intestino y el estrés, el equipo expuso a los ratones más pequeños con los que eran más grandes y más agresivos, durante unos 2 minutos al día por un periodo de 10 días.

Con ello, los ratones vulnerables desarrollaron pequeños signos de aumento de ansiedad y estrés, como temblor nervioso, pérdida de apetito y menos interacción con otros ratones.

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Posteriormente, el equipo comparó las muestras de heces recogidas de los ratones estresados con las de los ratones calmos o tranquilos. Paul Forsythe, profesor asistente e investigador principal del estudio, explica lo que él y su grupo hallaron y su significado:

«Lo que encontramos fue un desequilibrio en la flora intestinal de los ratones estresados. El estómago y los intestinos representan una ecología muy compleja. Entre menor sea la diversidad, mayor será la perturbación en el cuerpo».

Después, los investigadores alimentaron con bacterias vivas extraídas de las muestras de heces de los ratones calmados a los ratones estresados, y estudiaron las nuevas muestras de heces de estos últimos. Usando tecnología de gran alcance, no invasiva de imágenes denominada espectroscopia de resonancia magnética, también observaron los cambios que ocurrieron en la química cerebral de los animales.

Así, descubrieron que el comportamiento de los ratones cambió drásticamente después de su tratamiento «probiótico», y continuó mejorando después de varias semanas. A partir de las imágenes cerebrales, el equipo también pudo apreciar las diferencias químicas en el cerebro de los animales cuando estaban estresados y cuando tomaron los probióticos.

Con lo anterior, los investigadores sugieren que puede ser posible utilizar biomarcadores del estrés para mostrar si una persona padece trastorno de estrés post-traumático o si está en riesgo de desarrollarlo, lo que permitiría tratarlo oportunamente o prevenirlo al restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal, ya sea con probióticos y/o antibióticos.

Los investigadores ahora están planeando más experimentos con trasplantes fecales de ratones calmados a ratones estresados, y también esperan obtener fondos para llevar a cabo ensayos clínicos en humanos.

 

Vía: Medical News Today