galactosaReaccionar negativamente a ciertos alimentos es un foco rojo al que debe prestarse atención, pues podría ser síntoma de daños más graves a futuro. Ejemplo de esta cadena de malestares es un cuadro de galactosemia, enfermedad caracterizada por la incapacidad de metabolizar la galactosa —azúcar de la leche—.

Los síntomas principales de esta afección son: vómito, diarrea, convulsiones, irritabilidad, letargo, alimentación deficiente, poco aumento de peso y coloración amarillenta de la piel. Las personas con galactosemia no pueden tolerar ninguna forma de leche —ni humana ni animal—.

Conoce más: Mexicanos, entre los más intolerantes a la lactosa

La acumulación en el organismo de esta sustancia produce severos daños a distintos órganos, según José Elías García Ortiz, jefe de Educación e Investigación del Hospital de Gineco Obstetricia del IMSS Jalisco.

En particular, esta enfermedad ocasiona alteraciones a los riñones e hígado. Asimismo, daña la vista y ocasiona llanto e irritabilidad, además de retraso mental y del desarrollo.

A pesar de que es una de las enfermedades hereditarias más detectadas en el tamizaje neonatal —pruebas que revelan enfermedades metabólicas—, su incidencia es baja. Se estima, a nivel mundial, un caso por cada 60 mil nacimientos, de acuerdo al especialista.

La galactosemia arroja síntomas desde el primer día de vida. Además de las molestias por la ingesta de leche, se presenta bajo peso, piel amarillenta, trastornos de la coagulación y cataratas.

Conoce más: Algunos beneficios del incluir leche en nuestra dieta diaria

Ante esa situación, la intervención oportuna juega un papel importante. Para García Ortiz es necesario sustituir las fórmulas lácteas por aquellas libres de galactosa.

En la dieta diaria del niño se deben eliminar los lácteos estrictamente y vigilar la ingesta de medicamentos, toda vez que hasta el 20% contiene lactosa en su fórmula.

Otra línea de atención son los embarazos, debido a que existe una probabilidad de hasta 25% de que el bebé desarrolle galactosemia. Según el especialista, una de cada 600 personas puede portar el gen reactivo que da origen a la enfermedad.

¿Cómo llegar a un diagnóstico? Mediante la toma de sangre en el tamizaje neonatal. Dicho examen debe realizarse en los primeros cinco días posteriores al nacimiento. Si bien son afecciones que no tienen cura, un tratamiento oportuno hace la diferencia para que el paciente pueda llevar una vida normal.

 

Vía: Notimex